“Me calentó la oreja” un análisis sobre las moralidades y las corporeidades en el ...

Introducción*
En el marco del Doctorado de Antropología de la Universidad Nacional de Córdoba desarrollamos una pesquisa sobre los procesos de implementación de la Ley Educación Sexual Integral en escuelas secundarias religiosas de la ciudad de Córdoba, Argentina. El objetivo principal de esta investigación es contribuir al conocimiento y a la comprensión de procesos socio-culturales del devenir joven a partir de una descripción de los contenidos y prácticas que los jóvenes y sus docentes construyen en relación a las modalidades escolares de implementación y a las (re)significaciones con una impronta religiosa de mencionada Ley. Estos procesos que hemos empezado a estudiar lejos se encuentran de ser unívocos. Algunos agentes consideran que esta Ley no responde ni corresponde a su perfil institucional y al de sus alumnos y alumnas. En este estudio describimos y analizamos una propuesta presentada para el abordaje de la sexualidad en la escuela elaborada por la Conferencia Episcopal de Ecuador que recibe el nombre de Saber Amar. Nos focalizamos en los materiales ofrecidos para las y los alumnos de nivel medio e intentamos (re)conocer los discursos y saberes que se producen y circulan con respecto a la sexualidad para y en determinadas escuelas de la ciudad de Córdoba. Los realizadores de Saber Amar consideran y, por tanto, ofrecen su propuesta como una posibilidad de enseñar educación sexual desde “valores”. Pero, ¿qué repertorios morales se encuentran (con)tenidos y movilizados en estos materiales?, ¿qué comportamientos y/o prácticas corporales se construyen como “valiosas” y dignas de ser aprehendidas y (re)producidas en esta propuesta? Esta ponencia parte de una revisión de un ensayo realizado para el curso de “Antropología de las Moralidades. Cuestiones teóricas, metodológicas y éticas” dictado por Gabriel D. Noel. Consideramos que los aportes de esta perspectiva enriquecen nuestra pesquisa y nos invitan a (re)pensar ciertas cuestiones, habilitándonos a que nos asomemos con otra mirada a las prácticas de los sujetos y a sus efectos sobre los cuerpos.
Educar la sexualidad en valores, Educar para Amar: ¿una cruzada moral?
Estas son las frases más frecuentes que leemos en los proyectos y en los materiales elaborados para enseñar “sexualidad” en las escuelas religiosas católicas. Pensamos que es posible encontrar estas consignas debido a que en el Programa Nacional de Educación Sexual Integral realizado por el gobierno nacional se establecen amplios márgenes para la implementación de dicha ley. En el artículo 5 observamos:
(…) Cada comunidad educativa incluirá en el proceso de elaboración de su proyecto institucional, la adaptación de las propuestas a su realidad sociocultural, en el marco del respeto a su ideario institucional y a las convicciones de sus miembros” (PROGRAMA NACIONAL DE EDUCACIÓN SEXUAL INTEGRAL, 2006: 2).
A partir de lo contemplado en este artículo los contenidos podrían ser cuestionados, negociados y (re)negociados por agentes sociales e institucionales que crean conveniente adaptarlos y orientarlos a su perfil y a sus valores. Pero ¿cómo actúan los agentes?, ¿a través de mecanismos o dispositivos ellos definen los contenidos que consideran adecuados? Mary Douglas (1986) sostiene que no son los agentes individuales quienes deciden y eligen independientemente sino que son las instituciones quienes dominan los procesos de clasificación y de pensamiento. En su libro Cómo piensan las instituciones Douglas señala la necesidad indagar sobre la(s) relación(es) entre mentalidades e instituciones. Siguiendo a esta autora, la elección, orientación o respuesta que los agentes ofrezcan en determinadas situaciones sólo se considerará correcta “si se sustenta en el pensamiento institucional que ya existe en las mentes de los individuos cuando tratan de decidir” (1986:19). En este contexto, la “iglesia católica” a través de la Conferencia Episcopal Argentina -que reúne a cien obispos de nuestro país- elaboró en el año 2007 un documento denominado Educación para el amor dirigido a docentes y padres; éste sería utilizado en todos los niveles educativos de las escuelas católicas y podría emplearse como una guía y un marco para hablar de ‘sexo’ con los alumnos y alumnas. En una nota realizada por el diario Clarín en el año 2007, la Conferencia Episcopal Argentina sostuvo que la educación sexual no debe reducirse sólo al aspecto genital, sino que necesita extenderse al aspecto más general de la sexualidad: “el de los valores y la educación para el amor.” Entre los temas que se presentan en este documento podemos mencionar: la preparación para al matrimonio, la paternidad responsable, los métodos naturales de planificación familiar, el noviazgo digno y feliz, el significado de la virginidad (EDU.AR. http://portal.educ.ar/noticias/educacion-y-sociedad/educacion-para-el-amor.php: página consultada agosto 2011).
A partir de lo mencionado nos preguntamos si es posible comprender estos cuestionamientos y está contra-propuesta[1]- realizada por la Conferencia Episcopal Argentina para abordar la Educación Sexual Integral desde y para la Educación para el amor- como una “cruzada moral” realizada por “emprendedores morales”. Estas categorías, propuestas por Howard Becker (2009), nos invitan a reflexionar sobre las acciones que realizan algunas personas que no acuerdan con los contenidos de las normas y/o reglas y sienten que deben hacer algo para corregir ese mal. El autor sostiene que existen dos tipos de emprendedores morales: quienes crean las reglas y quienes las aplican (2009: 167). Gracias a la lectura de Mary Douglas advertimos que quienes realizan esta “cruzada moral” se encuentran anclados en un determinado entramado institucional por lo que sus acciones estarían permeadas por ciertas clasificaciones y, por lo tanto, por una forma de entender y ordenar el mundo.
Partiendo de lo enunciado, consideramos a los realizadores de Saber Amar como emprendedores morales que (re)conocen la necesidad de hacer una cruzada para ofrecer herramientas para educar en sexualidad y afectividad. Esta propuesta enmarcada en los lineamientos del documento de Educación para el amor, comenzó a circular durante el año 2011 en algunas escuelas secundarias de nuestra ciudad; fue promocionada en otros países de América Latina, donde se ofrecieron charlas informativas y capacitaciones para padres y docentes. La misma es definida por sus realizadores y representantes como una opción apropiada y original para defender, impulsar y lograr un abordaje de la sexualidad a partir de “valores” no sólo en escuelas religiosas sino también laicas. En las revistas –formato de los materiales ofrecidos- encontramos a modo de presentación una carta de las autoras dirigida a padres y madres. En ésta se identifica a la familia como la primera y principal educadora en sexualidad y afectividad, otorgándole un espacio muy importante: es en la familia donde se encuentran los afectos y los valores. En el desarrollo de esta carta las autoras explican que educar en sexualidad y afectividad va más allá de enseñar acerca de las relaciones sexuales y de los posibles riesgos asociadas con ellas (embarazo no deseado o enfermedades de transmisión sexual). La educación en la afectividad se relaciona con:
(…) enseñar maneras de expresar afecto, respetar al propio cuerpo y el del otro; se relaciona con las innumerables formas de respetar la vida, con tomar decisiones libremente, sin ceder a las presiones del medio (…) es formarlos y entregarles herramientas para que sean felices (…) Cuando nuestros hijos e hijas están bien informados se les facilita actuar de manera responsable, acorde a sus valores y creencias” (Revistas, 3).
Siguiendo a H. Becker, entendemos a los realizadores y promotores como a cruzados reformistas: los materiales elaborados para la educación en sexualidad y afectividad de modo conjunto con la familia crean las condiciones para que los niños/as y jóvenes se conviertan en personas sexuales, adultas, responsables y felices; y así presentan su propuesta como superadora. Los cruzados, sostiene este autor, creen que su misión es sagrada debido a que no sólo están interesados en lograr que los demás hagan lo que ellos consideran correcto, sino que creen que si lo hacen será bueno para ellos” (2009:168).
Discursos y saberes en Saber Amar. Pistas para develar valores, agentes y prácticas.
Como hemos sugerido el objetivo de este estudio es describir y analizar los discursos y saberes que circulan en la propuesta Saber Amar. Discursos y saberes que (re)presentan y al mismo tiempo (re)producen sujetos, valores y cuerpos. En el siguiente apartado nos centraremos en el valor del autocontrol o autogobierno. Nuestra elección se funda en que el mismo aparece en todas las revistas analizadas, articulando, (con)teniendo y posibilitando la realización de otros valores, tales como la castidad, la virginidad, el pudor, la responsabilidad, la libertad. Pensamos que los repetidos y repetitivos ejemplos y menciones sobre la importancia del autogobierno se relacionan con la intención de sus realizadores de educar determinadas prácticas en las y los destinatarios y producir cuerpos acordes a las mismas. Para reflexionar acerca de los “valores” consideramos importante revisar algunas observaciones de Fernando Balbi (2008) quién ofrece indicios esenciales para intentar comprender la compleja relación entre valores morales y comportamientos.
Como punto de partida este autor sostiene que “los valores son productos de la acción social” (Balbi, 2008: 68) y por esto advierte que es fundamental pensar en producción social e institucional de los valores: así, el comportamiento de los actores sería, en cierta medida, producto de una serie de constricciones morales que pesan sobre ellos, sobre sus intereses y objetivos entremezclándose en muchas ocasiones con su plano subjetivo (2008: 68-69). De esta manera relacionamos su planteo con lo propuesto por Mary Douglas (1986) y nos interrogamos: ¿cuál es el entramado social e institucional que interviene en la selección y construcción del autogobierno o autocontrol como ‘valor’?, ¿cuál es el repertorio moral que se intenta activar en los sujetos a partir de este ‘valor’ y quiénes son los responsables de decidirlo? Como ya mencionamos, la “iglesia católica” como institución, a través de la Conferencia Episcopal Argentina y de Ecuador (para nuestro caso) sería el marco de referencia –siguiendo el discurso de los nativos- para educar la sexualidad en la afectividad. Tanto la selección como la elaboración de los contenidos de Saber Amar se encuentran atravesadas por los lineamientos del documento Educación para el amor. Los materiales intentan enseñar prácticas corporales y formas de comportamiento partiendo del valor del autocontrol, del dominio, del autogobierno: esto nos permite ser mejores personas y manejar libremente deseos y comportamientos cuyas consecuencias son concebidas como peligrosas y perjudiciales. En la revista elaborada para trabajar en primer año aparece la necesidad de “usar la cabeza” para decidir sobre cómo se puede manejar la sexualidad:
(…) la sexualidad, bien dirigida por la cabeza, nos orientará en la búsqueda de la persona que nos complementará, de esa otra persona con la que compartiremos la vida entera: esa sexualidad que tiene los atributos y las cualidades que nos complementan y nos permiten acercarnos a la plenitud y a la felicidad (Revista 7: 11).
En el ejemplo vemos como la sexualidad está estrechamente ligada a la afectividad y para alcanzarla es necesario decidir inteligentemente, controlando los instintos y los impulsos. En la misma dirección, en la revista para segundo año encontramos también la importancia de “usar la cabeza” para mantener y controlar en diferentes situaciones:
“Tienes que hacer lo que está mejor, lo que te hace mejor persona o que hace bien a los demás, aunque te cueste esfuerzo. Ya sabes que es importante que te des cuenta de que para que seas capaz de decir NO a ciertas actitudes que te pueden agarrar y estropear tu futuro, necesitas tener fuerza de voluntad, capacidad de esfuerzo y autocontrol (…)” (Revista 8: 12).
“Dominio propio es besarse suave y rápidamente, bailar conservando una cierta distancia, no ir con él o con ella a lugares solitarios y oscuros, respetar las partes más íntimas de la persona que quieres, no abusar de otro/a por su edad o timidez. Tu sabes que si quieres a alguien nunca desearías hacerle daño” (Revista 8: 10).
“La práctica del pudor también puede ser enseñada. De hecho éste es un sentimiento ligado a la vergüenza y al recato para mostrar las partes íntimas de una persona (…) La práctica del pudor enseña a ocultar y cuidar la intimidad. Permite que la persona sea dueña de sí.
(…) Para poder vivir la virtud del pudor se deben seguir algunas normas:
controlar nuestra curiosidad (…) tiene que ver con entrometerse en los asuntos de los demás (…)
dominar nuestros propios sentimientos: (…) El corazón siente pero la voluntad, iluminada por la razón, decide. Lo antinatural es actuar sin pensar, por impulsos emocionales.
Comportarnos de manera pacífica: (…) tenemos que tomarnos tiempo para pensar antes de decidir y de actuar (…)