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Del panfleto al cuerpo. Tecnologías de belleza en la cirugía estética*


 

RESULATADO DE INVESTIGACIÓN: Proyecto de investigación: “Cuerpos ‘Inacabados’ Del imaginario a la construcción quirúrgica del cuerpo. Un ejercicio etnográfico desde Pasto” 2010.- Departamento de Antropología, Universidad del Cauca, Popayán, Colombia

 

Las imágenes no valen por las raíces libidinosas que ocultan,

sino por las flores poéticas que revelan.

(Bachelard en Durand 2004: 42)



La contemplación de exposiciones públicas, en este caso de publicidades, es parte de la escena cotidiana de los espacios comerciales que bien pueden exigir un espacio físico o virtual para su anuncio. La publicidad hecha por los servicios de cirugía estética y cosmética hacen de las imágenes que representan el cuerpo femenino “estandarizado” el principal mensaje de difusión, acompañado de pequeñas sentencias sobre el cuidado del cuerpo y los datos de contacto de la empresa. El propósito de dicho despliegue es atraer la atención de los individuos que habitan esa cotidianidad, pues el mensaje publicitario depende del medio para exponerse comercialmente ante los espectadores. “El concepto de imagen sólo puede enriquecerse si se habla de imagen y de medio como de las dos caras de una moneda, a las que no se puede separar, aunque estén separadas para la mirada y signifiquen cosas distintas.” (Belting 2007: 16).


Si bien las sociedades contemporáneas priorizan lo visual, la imagen es la principal herramienta para promocionar la actualidad comercial (Augé 1996; Belting 2007; Canclini 2007; Sarlo 1994). Para el caso de la cirugía estética, negocio corporal, la publicidad de este servicio se vale particularmente de imágenes en las que el cuerpo es el producto y paradójicamente en el que la imagen misma es una producción tecnológica. Entendamos entonces la imagen como no sólo como un efecto de la percepción, sino como “resultado de una simbolización personal o colectiva. [En la que] todo lo que pasa por la mirada o frente al ojo interior puede entenderse, así como una imagen, o transformarse en una imagen.” (Belting, 2007:14). En éste caso concreto, las imágenes publicitarias establecen intercambios entre imaginarios corporales, servicios comerciales y avances tecnológicos.


Las imágenes de promoción comercial estimulan el cuestionamiento corporal como espejos que intentan seducir, para atraer miradas, para ganar clientes, para vender sueños y para hacerlos realidad sobre los cuerpos anestesiados en quirófano. Las imágenes exaltadas en la publicidad influyen sobre los imaginarios antes que en los cuerpos. La imagen debe ganar adeptos, como un ídolo, por ello se establece como ideal para después reproducirse, masificarse y evidenciarse como tendencia, moda o estereotipo. Estas imágenes hacen parte de la sociedad no solo por el espacio publicitario que ocupan sino porque configuran imaginarios de representación del cuerpo humano, idealizan figuras hasta el punto de estandarizar el cuerpo entre medidas numéricas. Antes de ser consumidores de las tecnologías de las que dispone la cirugía estética (anestesia, escáner, rayos laser, trasplantes, prótesis), se consumen imágenes de la que poco se cuestiona su posibilidad orgánica sin producción quirúrgica, es decir, poco importa si quienes están registradas en estas imágenes son o no modelos profesionales que se dedican y viven de la exposición de sus cuerpos ó si son imágenes producidas desde tecnologías digitales, específicamente desde software (entre los más destacados encontramos a Adobe® Photoshop®) que han desarrollado programas especializados en la edición, retoque y modificación de fotografías digitales a través de aplicaciones informáticas.


Somos espectadores, pero también potenciales consumidores, de la creación de nuevas realidades; no es más que contemplar las construcciones (inorgánicas, genéticas virtuales o informáticas) posibilitadas por avances tecnológicos, que en la actualidad –hoy– ocupan un importante espacio en la publicidad. La antropología define la tecnología como “el estudio de las actividades emprendidas por hombres y mujeres con el fin de obtener y transformar elementos de tipo orgánico e inorgánico hallados en el mundo natural. Estas actividades comprenden tanto los conocimientos y el ‘saber hacer’ como las acciones y herramientas, todo ello acompañado de relaciones que son al mismo tiempo técnicas y sociales” (Cresswell 1991: 698 [mi traducción]). De acuerdo con lo anterior, el presente texto reflexiona sobre las imágenes publicitarias como construcciones tecnológicas que son interpretadas y consumidas de formas diversas, pero siempre orientadas sobre cuerpos imaginarios, ideales o modelos, en su acepción de arquetipo (Tocancipá-Falla 2011).


Imágenes publicitarias[1]


Partiendo de la difusión social de la información y de la imagen como un medio para transmitirla, se abordarán dos imágenes publicitarias como ejemplos concretos, creyendo que no es necesario saturar el texto con estas imágenes que fácilmente el lector podrá observar en contexto como principales herramientas de registro de los medios de comunicación. De la mano del análisis de estas imágenes se establecerán algunas pautas generales de dicha publicidad y las concepciones de cuerpo que se tratan de promover.


Las tecnologías de la comunicación interesadas en la publicidad son también expresiones culturales de los escenarios y del sistema global económico en los que se desenvuelven las sociedades en el mundo de hoy[2]. Toda publicidad lo es en tanto su experiencia en los espacios públicos y está contenida en el acceso libre a ella, expuesta en espacios físicos y virtuales. En todos ellos la imagen no es un componente más, por el contrario, se constituye como el principal elemento que expuesto desde variadas formas de registro visual será siempre representación. La imagen no es la cosa, la persona, o el mundo en sí mismo, ya que la acción de representar exige posarse sobre “un referente material, moral o intelectual” (Augé 1999: 5).


En el caso de la cirugía estética la publicidad no sólo promociona los servicios sino que cuestionan la cotidianidad corporal y proponen su modificación y transformación asociada a patrones que presumen la vanguardia. La difusión masiva de esta información pretende crear ambientes cotidianos, acostumbrarnos a estas estéticas, que basan su propuesta en el diseño corporal como una especialización médica. Son industrias de la belleza cuyas modificaciones quirúrgicas no son una posibilidad exótica en la sociedad, su popularidad es el resultado de la amplia difusión mediática sobre imágenes afines y destacadas. Cabe destacar que las empresas especializadas en la prestación de servicios relacionados con el cuidado y embellecimiento del cuerpo en Pasto, han escogido como modelos de sus publicidades a reconocidas figuras de la farándula nacional, celebridades acreditadas por el reconocimiento público más que a personas del común que participaron de procedimientos de cirugía estética. De manera general, la publicidad de estas empresas se manifiesta en tres componentes: la imagen del cuerpo, en mayor medida femenino, captado por tecnologías como la fotografía y el dibujo digital; el texto con una o dos líneas a manera de eslogan incluyendo los datos de contacto de la empresa, que varían y se complementan entre nombres propios (el de la empresa, el de los cirujanos, el de las universidades de las que egresan los profesionales), direcciones, teléfonos y referencias de portales de internet.


En algunos casos, los plegables publicitarios que promocionan liposucciones, exhiben imágenes que sintetizan al cuerpo asexuado entre parámetros de figuración humana, lo antropomorfo (Ver figura 1). Aquí no es una prioridad detallar facciones anatómicas sino estigmatizar el cuerpo entre acontecimientos orgánicos, en este caso el tejido graso y su remoción. Para el caso de la figura 1 no se expone la representación médica del cuerpo sino la problematización comercial de él. Un mapa corporal que de acuerdo con la información de la contratapa ubica “la grasa no deseada” o “las áreas problemáticas que no responden a la dieta o al ejercicio”. Allí se despliegan trece nombres, que abarcan de las mejillas a las rodillas, lo que permite deducir que son pocas las partes del cuerpo que no se pueden intervenir. Estas imágenes ofrecen herramientas para dejar interrogantes en nuestra propia corporalidad. Se trata de una cartografía corporal que trata de manera general acontecimientos orgánicos, que revelan no más que la disposición cambiante de nuestro cuerpo como parte de su proceso biológico, una interpretación temporal de los cuerpos, característica de la vitalidad; actividades que se convierten en escenario de interés quirúrgico que refuerzan el “cuidado personal” no como actividades individuales en las que se reafirme la autonomía –referida aquí, no sólo al control sobre las propias actuaciones, sino a la capacidad de control sobre los recursos dispuestos bajo el dominio social–, sino como servicios negociables en los que cedes la autonomía al conocimiento quirúrgico.


En contraste, una representación con mayor consenso en la publicidad de cirugía estética es aquella que corresponde a imágenes de mujeres jóvenes en las que su cuerpo es destacado entre pequeñas prendas de ropa o ajustadas piezas enterizas. A diferencia de aquellas en las que el cuerpo es representado por diseños figurativos, en este caso el cuerpo es prosaicamente captado por tecnologías fotográficas y aquellas imágenes provisionales son a su vez minuciosamente ajustada por aplicaciones informáticas. Estas dos formas de representación, la generalidad de la forma humana y el detalle del cuerpo sexuado, hacen de la imagen del cuerpo un medio comercial para cartografiar ajustes y desajustes, contraponiendo al patrón ideal con el del rechazo.


Ahora bien, existen detalles que pueden ser más pertinentes que otros, por ejemplo, el rostro, que constituye una de las partes centrales en la identidad corporal, es cartografiado por la cirugía estética arrojando valoraciones de belleza (ver figura 2). Aunque las técnicas con que se realicen los retratos cambien notablemente –escultura, pintura, fotografía, fotografía digital– la ilustración del rostro sigue siendo un fundamento en el proceso de identificación (documentos de identidad, pasaporte, carnets institucionales, etcétera). La figura 2 no señala partes del rostro, sino que advierte sobre la posible formación de marcas faciales (líneas de) y la “corrección” de aquello que se considera de antemano un “desajuste” (realce de). Aunque resulta contradictorio que aquellas “líneas de expresión” no existan bajo su señalamiento, cabe la posibilidad entonces de que los efectos del producto que promocionan, conocido también como Botox® hayan logrado su objetivo: “liberar al rostro de las líneas de expresión” como promete el anuncio que encabeza la contratapa del volante publicitario. La expresión también plantea algo que se debe revelar y algo que se debe ocultar (el paso del tiempo), “Expresa tus emociones sin revelar tu edad”.


Se trata de un asunto que requiere de asistencia médica, de atención profesional, y que se populariza como oferta especializada de la cirugía estética y la industria cosmética. Esta imagen ilustra la denominación específica de las “líneas de expresión” de acuerdo a su lugar de aparición en el rostro, una forma de orientar sobre el conocimiento del lenguaje técnico de aquellos signos corporales que socialmente también se interpretan. Las promociones de productos y cirugías estéticas faciales, usan imágenes de primerísimos planos del rostro de una mujer sin gestos destacados o con una sonrisa delicada o cohibida

si se quiere; una actitud que anula cualquier tipo de expresión pero que refleja aquella deseada. Además, notamos tonos de piel muy parejos en los que el rubor de los labios y los pómulos se realza, destacándose también los ojos por una liviana oscuridad alrededor de ellos.


Más que medios que difunden información, son expositores de representaciones inobjetables de ideales corporales. “Mereces verte libre de las marcas de la preocupación.” Dan consignas. La imagen tiene como objetivo inquietar, generar mella en el imaginario. Los espacios de divulgación de información públicos son pizarras sobre las que se representa mensajes de divulgación que fluyen y cambian sobre ese mismo espacio.


Aunque es sabido que la producción de imágenes ofrece en la actualidad múltiples posibilidades para diseñar y crear escenarios que se supone representan la “realidad”, estas imágenes son producidas desde parámetros técnicos de diseño con amplias viabilidades creativas e imaginativas, sin que necesariamente se posen sobre la “realidad” y sean su fiel copia.


Pero ¿qué tan ridículo resulta imaginarnos la desaparición de la imagen?, es tan ridículo como contradictorio, pues para imaginar debemos inevitablemente echar mano a las imágenes, así estas sean mentales: “Las imágenes mentales, ligadas a las percepciones o a los efectos de la imaginación, están asociadas a las palabras y a los conceptos.” (Augé 1999: 5). Indisociable correspondencia entre la imagen y el lenguaje. La imagen además de saltar al papel como ejemplo de su forma material, se corresponde con el lenguaje. Un ejemplo de ello son las figuras de significación o tropos (metáfora, metonimia, hipérbole, entre otros), formas de emplear el lenguaje que quizá hayan caído en desuso. Sin embargo, el lenguaje cotidiano y coloquial en la actualidad está saturado de palabras que más que decir, ilustran. Lo que vemos hace parte de lo que decimos, por ello hablar es exteriorizar el mundo. La lengua es una de las redes de significado que configura la cultura y si a través de ella podemos representar al mundo, la imagen en sí misma representa al mundo de hoy.


Las imágenes de todas las publicidades que promocionan servicios de cirugía estética ocupan más de tres cuartas partes del anuncio, la información escrita en su estrechez pierde todo protagonismo, lo escrito apoya a la imagen y no al contrario. Con la exacerbación de la imagen vivida en la actualidad, el lenguaje quiere hablar principalmente con imágenes. Una “foto”[3], por decir algo, puede ser un documento que rinde testimonio, la imagen se contextualiza a sí misma.


Desatinado resulta imaginarnos a los medios de comunicación sin la imagen; este registro visual (fotografías, filmaciones) es el principal medio para capturar información y comunicarla, más ahora con la inmediatez de las tecnologías digitales y con la obsesión por observarnos, desde la vigilancia monitoreada, pasando por la observación espacial, hasta el delirio por registrar lo cotidiano ante el desastre y la intimidad. Si los registros visuales desaparecieran, sería impensable la concepción mediática de la información tal cual como existe hoy. ¿Qué tan exitosas serían las publicaciones de periódicos y revistas sin imágenes gráficas? La imagen es una excelente herramienta para atraer la atención y es el principal instrumento para promocionar los servicios de cirugía estética.


Fotografías: ¿Imágenes que nos representan?


Las imágenes fotográficas en sí mismas son el registro gráfico congelado del tiempo corporal. Permiten contraponer el tiempo del cuerpo y así percibir cambios. Son “escenarios ficcionales” en tiempo y espacio que hacen del conjunto de luz y sombra la extracción fragmentada de la realidad (Augé 1999). Ser fotografiado no es un evento extraordinario en la actualidad, por el contrario, las cámaras fotográficas abundan en manos de quienes sin motivo aparente hacemos tomas incesantes de nosotros mismos, los demás y de los espacios que habitamos. Así es cada vez más común ser fotografiado sin alusión alguna, sin lugar a enterarnos o a evitar serlo y sin motivos especiales que lo justifiquen. Las cámaras fotográficas han dejado de usarse como instrumentos exclusivos de un oficio artístico o documental para reproducirse como un bien doméstico. Así que la posibilidad de encontrarnos con imágenes que nos registren aumenta de manera exponencial. Vernos y ser vistos a través de imágenes fotográficas es parte del estallido de la imagen en la actualidad. Las fotografías de nosotros mismos, ayudan a alimentar las imágenes en retrospectiva de nuestro cuerpo y sus cambios, las posibilidades de vernos cambiantes: más o menos delgados, más o menos gordos, quizá más viejos, más saludables o simplemente diferentes.


Aunque una de las características del registro fotográfico sea que la cuadrícula de enfoque fragmente la realidad de lo capturado en la imagen, la fotografía digital facilita muchísimo más los procesos para hacer de ese fragmento de representación nuevas creaciones, que no son necesariamente fieles a la realidad manteniendo cierta unidad. Los programas de diseño, corrección, creación o manipulación de imágenes digitales se han convertido en parte del paquete del software de nuestros computadores, se podría decir que casi todos los programas para visualizar imágenes cuentan con opciones como: corregir, editar, ajustar, modificar. Aunque no todos contemos con la misma destreza de un profesional del diseño, no es nada difícil experimentar los cambios que una imagen fotográfica puede obtener después de alterar sus niveles de brillo, contraste o saturación del color.


El sentido de la realidad está estrechamente relacionado con la ilustración visual que se pueda hacer de ella. La manipulación de la realidad por medio de la imagen no debería sorprendernos. La ciencia ficción como género cinematográfico y literario es un buen ejemplo de cómo la realidad puede ser inventada si apelamos a la imaginación para posibilitar lo inmediatamente imposible. La construcción de realidades –o ficciones– por medio de la manipulación de imágenes fotográficas es un evento corriente en nuestros tiempos ampliamente posibilitados por avances informáticos.


El lenguaje comercial economiza palabras y derrocha imágenes. En la promoción de cirugía estética el deleite de la imagen se convierte en la exhibición de un valor económico, un producto de intercambio comercial. Promoción de estéticas corporales como reproducibles, perecederas y transitorias. El espectador se introduce en la lógica de comercialización configurando su rol como consumidor. Servicios estéticos donde la materia prima no está por fuera del cuerpo y cuando lo está –tipo prótesis– pronto formará parte del cuerpo operado y “embellecido” en la sutil simulación quirúrgica. Los límites ya no están simbolizados por la falta de dinero para efectuar el pago y acceder a estas prácticas y servicios que generalmente, aunque no siempre, se deben hacer de contado y en efectivo. Aunque la publicidad de estos servicios en ningún caso de los observados registra como parte de su mensaje de difusión el precio como contraprestación de tal asistencia, si se identifica en su mensaje la implementación de ingeniosos mecanismos como nuevas formas de pago y estrategias de promoción que apelan a la “rebaja”: “Presente este volante y obtenga el 10% de descuento”. Entre las opciones está el pago con tarjeta de crédito, el pago por cuotas después de una inicial equivalente al 50% del valor total, “Belleza a tu alcance”. La creación de tarjetas de crédito de la misma empresa con sistemas redituables para acumular puntos canjeables por procedimientos estéticos también aparece como una estrategia para zanjar el límite de recursos: “Aún no tienes tu tarjeta […] pregunta por ella”, descuentos de temporada limitada “Pregunta por la promoción 2x1 del mes” y descuentos especiales que premian la fidelidad de sus ‘pacientes-clientes’, “Afíliate a nuestro club preferencial y obtiene descuentos especiales”; de igual forma se presentan organizaciones de respaldo “Económico, ágil y seguro”, con sus filiales presentes varias ciudades de Colombia. Estas instituciones y organizaciones “respaldan” créditos para cirugías plásticas, centros de estética y Spas varios meses. Estrategias que masifican la cirugía plástica y estética como un bien asequible y que buscan superar cualquier tipo de limitaciones.


Corporalidad provisional y reflexiones finales


Las transformaciones del cuerpo van más allá de la impresión de imágenes idealizadas a través de tecnologías y procesos quirúrgicos. Una de las búsquedas es detener el estado cronológico que representa la juventud idealizada por algunos signos corporales y hacerlo en espacios de tiempo cortos –horas–, en lugares pequeños –quirófanos– con recuperaciones breves –días–. Las modificaciones del cuerpo viajan entre el cada vez más sobrepuesto paso del imaginario a la representación; en palabras de Augé, “de lo imaginario a lo ficcional total” (1999). Una ficción que tiene géneros, modas propias y estéticas de temporadas, que perfila contornos e idealiza añoranzas. Las nuevas tendencias tecnológicas en cirugía estética hacen del tiempo su avance, no sólo buscando la eterna juventud en la rapidez del procedimiento sino también prolongando los tiempos de cesación anestésica para realizar lo que en términos médicos son “cirugías compuestas” (varias cirugías a la vez) mientras intentan reducir el tiempo de recuperación. Un alivio pronto, un cambio radical y precoz con consecuencias inofensivas. El tiempo de la anestesia es prolongado sin que las repercusiones se enteren, soslayando el dolor en la herida, la que se disimularán entre la minucia microscópica o el intangible rayo láser. Cambiar el cuerpo sin dejar huella va de la mano de las tecnologías quirúrgicas, la promoción y difusión mediática y el pago de aquellos servicios.


La anatomía del cuerpo experimenta el cambio de manera obvia. El imaginario en cambio lo hace precozmente mientras cala el antes-después del cuerpo. El proceso de asimilación del “nuevo” cuerpo implica pensar en un cuerpo “anterior”, pasando del imaginario a la representación sobre el mismo. No se cambia la corporalidad, varía la forma de sentirlo, la cenestesia, el movimiento de un cuerpo a otro. Cabría interrogarse entonces ¿qué nuevas subjetividades le depara a ese cuerpo transformado?, ¿cómo el contexto socioeconómico global posibilita la formación de nuevos cuerpos y movimientos de transformación? En este caso la representación del cuerpo requiere la mirada reflexiva (espejo) frente al otro, el otro de uno mismo, el otro idealizado; este es un ejemplo de la incesante producción de imaginarios. El sometimiento quirúrgico es una decisión motivada por imaginarios colectivos que favorecen unas estéticas determinadas. La posición que tenemos en nuestra época nos expone –si echamos una ojeada en retrospectiva– a una apretada serie de imágenes de destacados estereotipos de estética corporal (Eco 2004, 2007).


Las biotecnologías nos han obligado a revaluar nuestros estilos de vida, incluso la vida misma. La cirugía estética ha revertido las concepciones de temporalidad sobre el cuerpo; su frecuente invitación a rejuvenecer o su corriente exposición gráfica de antesdespués es un ejemplo de ello. La apariencia corporal se convierte en una sucesión de imágenes reversibles de nosotros mismos, hechas en manos de otros y expuestas en sociedad. Escenarios que todos conformamos: ya sea desde la práctica de estas estéticas, la producción de estas industrias, el análisis de estos eventos o la expectación de estos sucesos que son parte de nuestra actualidad. En cierta manera nos estamos diseñando, porque la inquietud está en inferir hacia dónde apunta esta tendencia, hacia dónde se inclina, quizá hacia una evocación añorada de “la inmortalidad”. Y una forma de hacerlo, al menos en apariencia, es alejándonos de la vejez como imagen neutralizadora de la muerte.


Rejuvenecer se está convirtiendo en un ritual de paso –quirúrgico– mediador entre dos períodos de edad, su “necesidad” es una decisión no solo personal, sino también un deseo informado por la industria y el conocimiento quirúrgico crecientes que conceden nuevas significaciones sociales sobre el cuerpo.



Bibliografía


  1. Ayora, Steffan Igor. 2007. El cuerpo y la naturalización de la diferencia en la sociedad contemporánea. Nueva Antropología, Nro. 67: 89-118.

  2. Augé, Marc. 1996. Hacia una antropología de los mundos contemporáneos. Barcelona: Gedisa.

  3. ______.1999. De lo imaginario a lo “ficcional total” En: Revista Maguaré 14. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.

  4. Belting, Hans. 2007. Antropología de la imagen. Madrid: Editorial Katz.

  5. Canclini, Néstor García. 2007. Lectores, espectadores e internautas. Barcelona: Gedisa Editorial.

  6. Cresswell, Robert. 1991, “Technologie”, en Bonte, P. et al. (dir), Dictionnaire de I’ethnologie et de I’anthropologie, Paris: Presses Universitaires de France, pp. 698-701.

  7. Durand, Gilbert. 2004. Las estructuras antropológicas del imaginario. México: Fondo de cultura económica.

  8. Eco, Humberto. 2004. Historia de la belleza. Barcelona: Lumen.

  9. ______. 2007. Historia de la fealdad. Barcelona: Lumen.

  10. Le Breton, David. 2002. Antropología del cuerpo y la modernidad. Buenos Aires: Nueva Visión.

  11. Pedraza, Zandra. 1999. En cuerpo y alma. Visiones del progreso y la felicidad. Bogotá: Universidad de los Andes.

  12. Sibilia, Paula. 2005. El hombre postorgánico, cuerpo subjetividad y tecnologías digitales. Argentina: Fondo de Cultura Económica.

  13. Sarlo, Beatriz. 1994. Escenas de la vida posmoderna. Intelectuales, arte y videocultura en la Argentina. Buenos Aires: Editora Espasa Calpe.

  14. Tocancipá-Falla, Jairo. 2011 (en edición). "Repensando los modelos, representaciones y cartografías conceptuales. Aproximaciones desde la Antropología”, en: Carolina Castrillón, Claudia Milena Hernández. Modelos, diseños y radioenlaces. Un análisis socioespacial aplicado en zonas rurales. Popayán: Universidad del Cauca.


[1]Todas las imágenes expuestas constituyen solo detalles del anuncio total, material publicitario que promociona la cirugía estética y fue recolectado en la ciudad de Pasto, departamento de Nariño, al suroccidente de Colombia. Ciudad en la que la cirugía estética se instaura a partir de 1999, pasando de un par de consultorios privados de Cirujanos Plásticos que debían rentar los quirófanos en clínicas y hospitales de la ciudad a la consolidación de varias clínicas y centros médicos con atención exclusiva en esta especialidad quirúrgica.


[2] Referirnos al mundo de hoy implica hablar de múltiples referentes coincidentes y no coincidentes. En términos de Ayora (2007:91-92): “[…] nos referimos a una sociedad con una formación cultural idiosincrásica que ha sido llamada de múltiples maneras: moderna, moderna tardía, posmoderna, neomoderna, de riesgo, de capitalismo tardío, de capitalismo desorganizado, poscolonial y/o globalizada. […] se la han reconocido distintas características: la desdiferenciación, la reflexivilidad, el predominio de la dimensión estética, el reinado de lo efímero, el reconocimiento y la celebración de la hibridación, el caos, la disolución de grandes narrativas […] la aparición de nuevos movimientos sociales basados en la identidad, la incertidumbre, el cuestionamiento de la verdad […]”.


[3] Denominación que usualmente se emplea para referirse a las capturas hechas a través cámaras análogas o digitales. Siendo conscientes de la eminente desaparición de la fotografía como registro producido en laboratorio por reacciones químicas, aparece otro espacio que se condensa en la fotografía digital que si bien inaugura un nuevo espacio donde la imagen se memoriza en circuitos de almacenamiento, también se plantea un espacio virtual donde la imagen se desplaza y adquiere cierta levedad,


*Universidad del Cauca, Popayán, Colombia – Departamento de Antropología - Grupo de Estudios Sociales Comparativos de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales / janethcabrerabravo@hotmail.com