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Cuerpos adolescentes, culturas juveniles


 

RESULTADO DE INVESTIGACIÓN: Proyecto de Doctorado Cuerpos, sociedades e instituciones a partir de la última década del Siglo XX en Colombia. Doctorado Interinstitucional en Educación – Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá, Colombia y Universidad del Valle, Cali, Colombia

 
INTRODUCCIÓN*

La escuela mira a la cultura juvenil con temor y suspicacia y a su vez

la cultura juvenil mira a la escuela con animadversión y rechazo,

pero también hay momentos en que se miran cara a cara

y establecen relaciones fructíferas.

(Feixa, 2010:7)


Es notoria, entre los autores que integran esta matriz escritural, la preferencia por nombrar lo concerniente a las expresiones juveniles, sus costumbres, la caracterización de sus prácticas, etc., como “cultura”. En ese sentido vamos a organizar la exposición de estos cuerpos en cuatro de las expresiones culturales que se han podido identificar en este enorme corpus textual: culturas global mediáticas; culturas somáticas; cultura escolar; y, culturas juveniles.


LA JUVENTUD SE PONE DE MODA: MUNDOS DE VIDA JUVENILES

En el surgimiento de una cultura global mediática la consecuencia es la producción de nuevas subjetividades y mundos de vida juveniles. Allí los autores se interesan por mirar el impacto de la tecnología en las formas de ser y de pensar de los jóvenes; la multiperspectividad del cuerpo en las ciberculturas -flogger, blogger, Instagram, Facebook, Twitter, etc.-, integradas, según sus palabras, por jóvenes iconoclastas, rebeldes y contestatarios; la emergencia del concepto y de los sistemas culturales vinculados con las tecnologías digitales; la interrelación de materiales, entornos simbólicos y organizativos; y las prácticas que se dan a través ellos; entre muchos asuntos. Una de estas prácticas, el sexting o envío de mensajes e imágenes eróticos altamente explícitos a través del teléfono celular, relata uno de los autores, ha puesto su señal de alarma por las consecuencias que trae como suicidios; marginación de los afectados; condenas penales a los usuarios mayores de edad; amén de la problemática delicada que se despliega cuando estos usuarios son menores de edad. Feixa nos presenta el cuerpo de las ciberculturas como cuerpo plural y en plural, con infinidad de aristas, al punto que podría imaginarse con él una especie de caleidoscopio que al ir dándose vuelta va dejando aparecer más y más configuraciones polimórficas, variopintas y enigmáticas. Así, esta multiperspectividad somática desnuda una corporalidad abarcadora o infinitas corporalidades habitando el mundo en coherencia temporal. La contracultura, dice Feixa, cuya divisa fue “desconfía de todo aquel mayor de treinta años”, trajo consigo otra forma de vida para los jóvenes, se hicieron sentir, alzaron la voz y se organizaron colectivamente actuando social y políticamente a nivel del Estado, con una fuerza tal que hicieron tambalear a las clases dirigentes y a los poderes establecidos. El autor nos invita a contemplar un siglo que empezó con el descubrimiento de la adolescencia y para muchos acabó anunciando su final. Se señalan en otra obra suya 10 modos de caracterización del tránsito de estas juventudes por el siglo pasado, que vale la pena traer aquí por lo ilustrativos que resultan para acercarnos a las otras culturas que se van a presentar:


(…) 1) 1900: Generación A (Adolescentes), categoría de edad situada entre la infancia y la adultez que surge en el contexto de la revolución industrial. El cuerpo joven ya no es niño pero tampoco es plenamente adulto; 2) 1910: Generación B (Boy Scouts), combinación de patriotismo, darwinismo social y culto a la adolescencia, este movimiento juvenil fundado por Baden-Powell marcó esta época; 3) 1920: Generación K (Komsomol), organización juvenil producto del triunfo de la Revolución Soviética de 1917; 4) 1930: Generación P (Paramilitarizada), alude a la organización juvenil del Estado creada por Mussolini como preparación de los jóvenes para el totalitarismo y para el clima moral del fascismo; 5) 1940: Generación E (Escéptica), se refiere al estado generalizado que deja en los ciudadanos el final de la segunda guerra. La juventud queda abatida, sin fe; 6) 1950: Generación R (Rock and Roll), la música negra –blues-, empieza a ser cantada por blancos dando nacimiento al rock and roll que pronto se constituye en la primera manifestación auténtica de una cultura popular internacional; 7) 1960: generación I (Insurrecta), época emblemática que ve nacer la “contracultura”, los movimientos juveniles que ponen al mundo de frente a una generación que tiene muchas cosas que decir y que es capaz de organizarse tomando su acción como herramienta política; 8) 1970: Generación P (Punk), la primera forma de organización juvenil denominada “cultura juvenil” que se nombra a si misma punk que significa literalmente basura, mierda. Los punketos (como se les conoce hoy) van a ser el antecedente de un sinnúmero de culturas juveniles posteriores; 9) 1980: Generación T (Tribu), una de las formas de expresión de la cultura juvenil, caracterizada por el cinismo y el desencantamiento de las ideologías contraculturales, la desocupación y el regreso al amparo parental, etc.; 10) 1990: Generación N (Net), la generación de la red, de la internet, lo que Feixa llama la Generación @. (Feixa, 2014:66-97)


Y se puede agregar la # Generation, que en el siglo XXI es la de los medios móviles y de las redes sociales, en la que se puede ver la llegada de la Web 2.0 o era de las comunidades virtuales. La transición presenta rasgos distintivos que han marcado el paso de una cultura textual (email, chat), a una híper textual (multipantallas y multitareas –multitasking-); de las conexiones localizadas (puntos de conexión) a las conectividades deslocalizadas (dispositivos móviles conectados en todas partes y a todas horas); de la información distribuida y aleatoria (Wikipedia) a las tendencias mundiales según afinidades sociales, culturales e ideológicas (trending topics –Twitter, Facebook, blogs- y formas de indexación –clasificación numérica y temática-); y, de los consumidores (usuarios de la información) a los prosumidores (productores de la información), entre otros. Podemos nombrar también en este corpus algunas discursividades adicionales respecto de las culturas mediáticas como son: la midia en la construcción de jóvenes cuerpos deportistas en el millonario “mundo de la bola”; midia y sexualidad asociada a la adolescencia femenina; Orkut, Blogs y Sites como tecnologías digitales en la producción de cuerpos adolescentes; producciones discursivas de jóvenes sobre las prácticas del body modification; género, sexualidad y cultura juvenil masculina; el condón femenino; la construcción de la masculinidad hegemónica, etc.


Entre las diversas culturas juveniles que se muestran aquí, son particularmente interesantes las tribus urbanas, dentro de las que se mencionan los Rash, los Skinheads, los Redskins, una vertiente de los Skinheads que ha logrado un posicionamiento en diferentes escenarios de participación y de gestión social en la ciudad, los Emo, los Punk, los Dark, los metaleros, etc. Todas estas culturas son una respuesta a la falta de oportunidades que actualmente hay para los jóvenes. Una tribu urbana debe contar con una ideología y a partir de ella configurar una estética (tipo de vestirse o de maquillarse), un lenguaje (forma de hablar), un territorio (lugar de encuentro) y una música, con los cuales identificarse. Estos grupos de jóvenes iinterpretan lo social mediante otras formas de ser y de ver el mundo, a través de propuestas de intervención y participación de la vida ciudadana que consideran lo “estético-expresivo, lo socio-comunitario y lo ético-ecológico”, entre otros (Cubides & Salinas, 2010:34). En el “pluralismo y estallido cultural de los últimos años, la juventud no puede ser la misma”, afirma Castaño Tamara (2010:130). “Lo que es una apuesta no es simplemente comprender la juventud sino el lugar de la cultura, vista menos como asunto de lugares con raíces, que de rutas híbridas y criollizadas en el espacio global. Las culturas juveniles no son puras, auténticas y limitadas localmente; más bien son productos sincréticos e híbridos de las interacciones espaciales” (Muñoz González, 2010: 30).


Las tribus urbanas han sido objeto de represión, violencia y discriminación, en gran parte por la ignorancia social frente a su propuesta de in-corporación de modos no cotidianos de socialidad. Portanova Laborde (2009), citando a Escribano y Carrera, recoge la voz de uno de estos jóvenes que se ve incómodo frente a las maneras cómo la sociedad los acoge: “yo puedo ir por la calle caminando, puedo ir en el transporte público y es lógico que cuando vienes con la cabeza bien erizada, con el pelo de colores y la ropa con estoperoles, es lógico que este aspecto llama la atención. Pero hay maneras en las que la gente te puede ver. Hay gente que te ve y te desprecia y hay gente que te ve y dice: “es su bronca” y ahí paró. Cuando uno se vuelve violento es en defensa propia” (2008: 207). La presencia de estas culturas juveniles, coinciden en afirmar los autores, es cada vez mayor e indudablemente no es un fenómeno social fácil de tratar. Más allá de si se conesta con estas corporalidades, agregan, es necesario conocer sus razones, que en su momento, dicen, han sido las mismas nuestras: la inconformidad por la desigualdad, la no resignación a la indiferencia y en general el reclamo por la ausencia de criterios éticos y morales para manejar las oportunidades. El punk, explica Portanova Laborde, para dar un ejemplo, es un movimiento hijo del hipismo que nace como disgusto hacia una sociedad inequitativa y opresora y se organiza como tribu urbana, como nos deja ver en el texto que cita de Escribano y Carrera (2008: 205):


- ¿En qué sentido eres anarquista?

- Para mí la anarquía no es como todo el mundo piensa: la anarquía como caos, como destrucción. el hacer lo que quieres sin que te importe lo que te dicen los demás. Anarquía proviene de dos vocablos griegos el an y el arkos. El an es la negación y el arkos es el gobierno. Pero no es tanto la negación del gobierno como un sistema, sino gobierno del hombre sobre el hombre…

- Que el hombre no explote al hombre

- Exacto. Es la igualdad de género, es la igualdad, es la equidad. Y hay otra cosa: es la anarquía hacia los animales, hacia el entorno que nos rodea. Hay muchos anarquistas que no comen carne o no se visten de piel, por eso mismo, por defender a ciertas especies.

- ¿Y tu anarquía en qué consiste?

- Mi anarquía es respeto, libertad y tolerancia con quien sea, empezando por mí y por todos. Si yo quiero que me respeten, tengo que respetar a todos los demás, cualesquiera que sean sus condiciones, esa es mi anarquía


Los Emos, otra de las tribus estudiadas por el autor, son herederos de la generación escéptica que menciona Feixa de la segunda postguerra y que adquiere este apelativo (x) por ese estado ausente que en principio no mostró interés de participar en la vida política y social, pues en general eran hijos de padres acomodados que les ofrecían todo lo que ellos, por haber nacido en las crisis económicas de los años anteriores, no tuvieron. La comodidad se derrumbó pronto con la crisis petrolera que vivió el mundo en las postrimerías del siglo XX y esto ocasionó un cambio de rumbo y de perspectiva. Con el nuevo planteamiento económico la familia, lugar de reposo y armonía devino motivo de hostilidad y fragmentación. Los Emos son una expresión de esta nostalgia y abandono. La palabra Emo, aclara Portanova Laborde, viene del término emoción y designa ese particular estado de ánimo que caracteriza a los integrantes de estas tribus. ¿Por qué te gustó el concepto emo?


- Porque el punk es muy agresivo. Con el gótico no me sentí identificada, no entendí mucho de su ideología. El reggaetón se me hace muy sexual; todas sus rolas, su modo de bailar es mucho de sexo y no me gusta. El fresa es mucho materialismo. El emo tiene que ver con las emociones, si estás triste o feliz. Las emociones es lo que más surge de ti y te puedes expresar como quiera que te sientas.

- Describe cómo estás vestida.

Veamos, del punk el Emo se roba los pantalones entubados, las camisetas y algunos tipos de grupos musicales. Del gótico, el color negro y la preferencia por algún tipo de anime o algo así (…) Una caricatura japonesa con ojos grandes y el fleco, que significa la depresión. -Cuando traes el fleco del lado derecho, reflejas que lloras o algo así. Igualmente el moch, que es esto que traigo colgado. Su uso es de defensa, pero este es más pequeño y significa desahogo

- ¿Y tu maquillaje?

- El chiste es ponerse negro que significa aislarte de la gente. La cara pálida es algo que está muerto, por eso se usa la cara pálida (…) Cuando lloras mucho los ojos se te ponen rojos. Entonces abajo del delineador negro te pones rojo o morado según tu estado de ánimo. El morado se usa cuando tienes problemas físicos y familiares en tu casa, es como mostrar violencia. (pp. 132-133)[1]


Según el investigador Leandro Ramos, citado en la publicación Más de 2.000 pandillas amenazan la seguridad ciudadana, las tribus urbanas "son grupos de jóvenes que se asocian en torno a formas de consumo cultural, que pueden expresar violencia en forma casual pero nunca sistemática, que es el patrón que caracteriza a las pandillas"[2]. El Centro de Estudio y Análisis en Convivencia y Seguridad Ciudadana, en el mismo texto, aclara que hay dos formas de pandillismo: “el que genera problemas de seguridad y gobernabilidad, asociado a organizaciones criminales que cometen delitos de alto impacto, y el que afecta la convivencia ciudadana, que se da sobre todo en los barrios y opera con menores que quieren afianzar su poder pero no dependen de una organización criminal”. Por otro lado, hay prácticas juveniles que constituyen, lo que los autores llaman “cultura somática” (Boltansky, 1982), para referirse por ejemplo a un cuerpo que puede no sufrir pero expone el sufrimiento ajeno; que se muestra habitualmente alegre, social, filial, festivo, dionisiaco; que revela públicamente sus apetitos; que no comparte sus problemas como son sino como quiere que los vean; etc. Un rasgo característico de estos cuerpos es la preferencia por retratar y exhibir el verse bien, lo considerado positivo, lo agradable de sus vidas, los momentos de felicidad. Así vemos cómo las páginas en las redes están diseñadas para dar “me gusta”[3] a los contenidos que circulan allí, situación de gran relevancia para los usuarios:


(…) en la red el cuerpo se vuelve caricatura de sí, la sátira, el reproche socio-político, la burla, la exaltación de momentos graciosos de la cotidianidad, la simulación de la realidad por medio de trazos presentados a modo de parodia muchas veces cruel, son frecuentes en los contenidos que circulan. Ven en las redes una forma de acceder y poner en circulación información sobre aspectos políticos y sociales que aquejan la realidad, propagando el inconformismo a través de la imagen, imágenes que revelan la corrupción, la injusticia, la desigualdad, la pobreza, la necesidad de educación, la violencia entre otros contenidos que buscan hacer oposición o lucha a los contenidos impuestos por el consumo (Echeverry Díaz y Arévalo, 2013:1221)


Para los jóvenes ser o sentirse bien depende en gran medida de la manera en que se perciben, se viven y se expresan corporalmente, de tal manera que las nociones de masculinidad y feminidad que tienen, parece ser, se encuentran directamente relacionadas con su apariencia y su comportamiento. A través de su estilo de peinado, el tipo de ropa, la manera de combinarla, su gestualidad, etc., crean una imagen masculina o femenina particular que les permite transitar por los diversos espacios sociales, públicos o privados. En la proliferación de imágenes que circulan, los jóvenes son objeto de una sexualización heteronormativa promovida y perpetuada por diferentes medios, sin embargo, dice Zarza Delgado (2007:641), no existe una única juventud, las juventudes son mixtas, sus características cambian con la clase social, la generación y el lugar donde viven. En general, la somática cultural del cuerpo de estos jóvenes, como está narrada aquí por las diferentes voces que integran estas escrituras, se expresa en términos de mapas corporales que son puestas en escena del cuerpo que esta y que es de una cierta manera para marcar su territorio; de grafías del cuerpo o modos de visión del mundo; de discursos y sujeciones corporales en donde se analizan los juegos de reproducción y resistencia que tejen el escenario normativo que regula la sexualidad de los jóvenes en la sociedad; de geografías y gramáticas del cuerpo que relatan las ambigüedades inscritas en estos cuerpos; y de inversiones en el cuerpo orientadas a maximizar su rentabilidad social y simbólica.


El último grupo de estas expresiones juveniles está referido a las culturas escolares. Es de interés aquí pensar diversas propuestas educativas de jóvenes que interpretan lo social desde otras lógicas de ver y vivir en el mundo; el bullying o la violencia entre iguales que produce aislamiento social y exclusión deliberada; los sueños que se vuelven ilusiones, y las ilusiones que se vuelven propósitos; la comprensión de la angustia con que los jóvenes enfrentan su salida del colegio para empezar una carrera universitaria o seguir sus metas; la implementación de la legislación sobre educación sexual integral y los contenidos y prácticas que los jóvenes y sus docentes construyen en relación con las (re)significaciones de la impronta religiosa asociada a estos procesos; la educación física asumida como una cultura corporal en donde se mueve un conjunto de valores, usos, saberes, creencias, normas y pautas de conducta que delimitan de y desde los cuerpos, prácticas realizadas tanto dentro de la institución educativa como en la ciudad -Skate, BMX, Parkour, Break Dance, Hip Hop, etc.-, y que dejan ver, entre otras cosas, tensiones ligadas a las luchas simbólicas relativas al género. Se menciona también un proyecto interesante, llamado “Inventudes”, promovido por la Secretaría de Educación del Distrito y la línea de Jóvenes y Culturas Juveniles del Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos (IESCO), de la Universidad Central, “que en su más reciente versión contó con la participación de la línea de investigación Comunicación-Educación del mismo Instituto. Desde su primera versión, Inventudes se ha configurado como un espacio investigativo donde los/as jóvenes escolares formulan preguntas y procesos de construcción de conocimiento, desde una perspectiva participativa y crítica” (Palomino Forero, 2013:266). Asociadas a la cultura escolar encontramos temáticas como: auto-agresiones e intentos de suicidio; nuevas formas de expresión a través del uso del cuerpo como resistencia, rebeldía, construcción de pautas de identificación colectiva o diversidad cultural; idealizaciones y embarazo en la adolescencia; y otras muchas.


Resumiendo, los años 50’s marcan el inicio de una era juvenil que parecía, pensaba la sociedad, una enfermedad que se curaba con el tiempo. La juventud pasó a ser una etapa emblemática de reivindicaciones, de alteración de lo desgastado y de postura crítica frente a lo adulto como responsable de la desigualdad y la incoherencia en las que se estaba planteado el mundo. Se rebeló contra el autoritarismo, contra la riqueza sin felicidad y contra la posibilidad de morir antes de haber empezado a vivir una vida basada en sus propias decisiones. Las tribus urbanas, se dice con frecuencia aquí, fueron y siguen siendo el llamado cotidiano, la queja, el dedo en la llaga de una juventud que no está dispuesta a seguir tolerando lo establecido y que con su presencia, denuncia. Las corporalidades en-redadas, por su parte, las “Net Generation” de las sociedades líquidas como las nombrara Bauman (2003), denuncian que la concepción de mundo ha cambiado radicalmente. En lugar de una realidad estable, de un futuro predecible, el presente se enfrenta a exigencias de movilidad absoluta y de incertidumbre. Es interesante descubrir que el pensamiento emergente acerca de estas corporalidades múltiples en esta tendencia escritural, coincide con que los cuerpos jóvenes son, en este momento, los más aptos para enfrentar la inminencia de re-inventar la vida día a día, además, como lo atestiguan muchos de sus narradores, ya lo están haciendo.


Bibliografía
  1. Bauman, Z. (2003) Modernidad líquida. México: Fondo de Cultura Económica.

  2. Castaño Tamara, R. (2010). Ser joven y el mundo metalero. En: Muñoz, G. (Coord.). Monográfico Culturas juveniles del siglo XXI. Educación y ciudad. (18) Bogotá: Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico IDEP, pp. 129-144.

  3. Cubides, H. y Salinas, J.A. (2010). La ciudad como escenario de acción educativa de las organizaciones juveniles. En: Muñoz, G. (Coord.). Monográfico Culturas juveniles del siglo XXI. Educación y ciudad (18) Bogotá: Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico IDEP, pp. 33-48.

  4. Echeverri Díaz, S. y Arévalo, J.E. (2013). Desde el muro: una mirada a los discursos proyectados por el cuerpo en la red social Facebook. En: Muñiz García, E. & List Reyes, M. (Coords.). VI Congreso Internacional de Ciencias, Artes y Humanidades “El Cuerpo Descifrado” La ciencia y la tecnología en las prácticas corporales – Universidad Autónoma Metropolitana UAM / Escuela Nacional de Antropología e Historia / Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Xochimilco – Memorias – Grupo de trabajo 13, pp. 1215-1227.

  5. Feixa, C. (2011). Escuela y cultura juvenil: ¿matrimonio mal avenido o pareja de hecho? En: Muñoz, G. (Coord.). Monográfico Culturas juveniles del siglo XXI. Educación y ciudad. (18) Bogotá: Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico IDEP, pp. 7-18.

  6. Muñoz González, G. (2010). De las culturas juveniles a las ciberculturas del siglo XXI. En: Muñoz, G. (Coord.). Monográfico Culturas juveniles del siglo XXI. Educación y ciudad (18). Bogotá: Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico IDEP, pp. 19-32.

  7. Palomino Forero, J.A. (2013). Inventudes. Investigación de jóvenes para jóvenes. En: Cabra, N.A. & Escobar, M.R. (Eds.). La sensibilidad. Potencia y resistencias. Revista Nómadas (39). Bogotá: IESCO Universidad Central, pp. 266-268.

  8. Portanova Laborde, A.L. (2009). Identidad Emo: la constitución de cuerpos adolescentes en la posmodernidad. En: Costa Ribeiro, P.R. et al. (Org.). IV Seminario Cuerpo, Género y Sexualidad, Composiciones y desafíos para la formación docente. Universidad Federal de Rio Grande FURG / Universidad Federal de Rio Grande del Sur UFRGS. Rio Grande – RS, Brasil – Memorias, Eje temático 3. Póster.

  9. Zarza Delgado, M.P. (2013). Los jóvenes universitarios y el cuerpo simbólico como una construcción social de poder entre lo masculino y lo femenino. En: Muñiz García, E. & List Reyes, M. (Coords.). III Congreso Internacional de Ciencias, Artes y Humanidades “El Cuerpo Descifrado” Del cuerpo global a las variaciones culturales de la corporalidad – Área de Historia y Cultura en México de la División de Ciencias Sociales y Humanidades DCSH, Universidad Autónoma Metropolitana, Azcapotzalco / Colegio de Antropología Social, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla BUAP / Revista Kiné, Argentina / Carrera de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires UBA / La Cifra Editorial, México / Grupo de Estudio en Sexualidad y Sociedad GESyS, México D.F., México – Memorias – Mesa 15, pp. 639-649.


* La reflexión que se presenta es resultado de la investigación realizada como tesis doctoral (DIE-UPN/Univalle) titulada: Cuerpos, sociedades e instituciones a partir de la última década del Siglo XX en Colombia. Allí se sistematizaron unas 1200 fuentes documentales datadas en los últimos 20 años y publicadas en congresos y encuentros colombianos y latinoamericanos cuyo tema puntual era el cuerpo. Gracias a esta abundancia escritural se pudieron identificar tendencias escriturales o modos de enunciación respecto de “algo”, en una época en particular; y dispositivos discursivos o saberes agenciados por fuerzas que lo instituyen como “régimen de verdad” y que a la vez necesitan de él para expresarse. Ej.: “los codos no se ponen en la mesa”; “no debemos contradecir a los mayores”; “la homosexualidad es una desviación”; etc.


[1] Entrevista a Thutzi, una chica de 14 años que es emo hace 1 año y medio.


[2] Publicado en: eltiempo.com. Sección Temas del día. Fecha de publicación 18 de junio de 2008. http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-4315163


[3] Este dar “me gusta” se refiere a la posibilidad de clickear (pinchar con el mouse) sobre un ícono que es un dedo índice orientado hacia arriba. Igual hay uno orientado hacia abajo para expresar el descontento con algo, el “no me gusta”.



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