top of page
Entradas Destacadas

La res pública: apuesta metodológica para la investigación sobre el cuerpo en escenarios sociales



Resumen:*


La presentación denominada La res pública: apuesta metodológica para la investigación sobre el cuerpo en escenarios sociales, se ha estructurado desde consideraciones levantadas a partir del acercamiento a las reflexiones en torno al cuerpo y en la experiencia con indagaciones locales. El ideario se asienta en la configuración de una propuesta que se descoloque de tensión relativa a las tradiciones metodológicas galileana vs aristotélica, correlato en lo concerniente al cuerpo de la res extensa vs res cogitans cartesiana, y se mueva hacia una “tercera ruta” investigativa y hacia al sujeto político y su función social, la res pública. La disertación se despliega en tres tiempos: 1) panorámica de las perspectivas de las investigaciones en el campo; 2) el terreno nocional que soporta la crítica y la emergencia metodológica; 3) el diálogo entre res pública y la tercera ruta metodológica.


Palabras clave: tradiciones en investigación, tercera ruta, cuerpo y res pública.



“Propiedades numéricas y cualidades intrínsecas son atributos de todos los fenómenos…”

(Kant, 1980)



El reconocimiento del cuerpo como objeto de estudio en las ciencias sociales es de corta trayectoria, ello no obsta que mucha tinta haya corrido en la búsqueda de ese lugar y en los afanes teóricos para comprender sus significados antropológicos, históricos, y culturales. La preguntas en torno al cuerpo han conducido al escenario de la investigación, el mismo que se ha asumido desde enfoques metodológicos y en estrategias de acercamiento con asiento en las tradiciones o bien galileana o bien aristotélica. Estas dos tendencias, que han marcado el proceder académico-científico moderno, se han convertido hoy día en perspectivas casi ortodoxas que limitan las posibilidades subyacentes a la relación objeto-método-investigador.


Las consideraciones levantadas en estudios locales, han dejado un rastro revelador en razón de las emergencias metodológicas y el requerimiento de abordajes que vindiquen la función social y política (la res pública) en nexo con el cuerpo y sus dimensiones: ¿qué hay de político en la sexualidad, la estética, la motricidad, la salud, la semiótica, las emociones? Las indagaciones in situ permiten leer las rutas para encontrar, construir y promover las maneras propias y apropiadas de concebir el mundo, el ser humano, el conocimiento y el ideario crítico que puede y debe orientar la búsqueda, particularmente en América latina. De allí surgen estos planteamientos.


El ensayo se abre a tres tiempos: 1) panorámica de las tradiciones en investigación 2) el terreno nocional que soporta la crítica- propositiva y la tercera ruta, como propuesta emergente; 3) el diálogo entre res pública y la tercera ruta. Se cierra con un ejemplo de los estudios locales del grupo Cultura Somática[2], que da cuenta de algunas adaptaciones y creaciones metodológicas en torno al cuerpo en escenarios sociales.


Panorámica de las tradiciones en investigación


Las tradiciones galileana y aristotélica se han establecido en la modernidad como las vías posibles para investigar. En este proceso de posicionamiento han penetrado las formas de conocer incurriendo, una vez más, en un dualismo lamentable en torno a la apreciación del ser humano, y de los medios conducentes a respuestas sobre el mismo, en este caso, relativas del cuerpo y sus demandas.


Tradición galileana: o positivismo clásico. Para esta tradición, la configuración del conocimiento parte de la certeza de la existencia de un mundo puramente matérico y ello deviene en métodos que garantizan la aprehensión de la realidad desde aquello que ofrecen los sentidos, en tanto la realidad es observable, medible, ponderable. En esta lógica, el fundamento de la ciencia es la observación sensorial, su legitimación científica es la cuantificación y las investigaciones pretenden proveer generalizaciones y regularidades; explicaciones totalizantes e invariables. Con la producción de conocimientos objetivos y neutros intentan sacar a la luz indicadores y tendencias o producir modelos teóricos de alta abstracción con aplicabilidad práctica. La vida social consiste en estructuras e instituciones identificables como datos brutos por un lado, creencias y valores por otro. (Ver De Souza, 2009)


En lo relativo a la problematización en torno al cuerpo, esta tradición se ha instalado en su acepción de “animalidad” (res extensa) competencia de las ciencias naturales; escenario en el que cuerpo es metodológicamente manipulado, con los patrones procedentes de la tradición positivista: técnica, medición, regularides, estándarizaciones, cuantificación, taxonomías; sustentados desde los dircursos subsidiados por la física, la química, la mecánica, la biología (anatomía fisiología, entre otras).


La tradición galileana ha sido criticada por: intención de naturalizar el espíritu en correspondencia al proyecto de la razón instrumental; avidez por alcanzar toda la verdad, en una acepción científico–positivista de la misma; la vida social se reduce a aquello que puede ser mensurable; las desviaciones en su práctica pretenden ser sorteadas por la codificación, con lo que se glorifica el tecnicismo y se sacrifican los significados provenientes del sujeto; desprecio por la historia, la cultura, la experiencia individual como aspectos influyentes en la realidad: nada adjudica a los hechos el atributo de la particularidad, por miedo al riesgo de la ideologización; en tal virtud la ciencia es, políticamente, neutral. El investigador es desdibujado como persona, observa los hechos a distancia investido por el don de la objetividad con una función puramente analítica.


Tradición aristotélica: en ésta, la configuración de conocimiento pasa por el sujeto: la realidad existe en cuanto éste le da existencia. Su fundamento está en las interpretaciones que las personas hacen con relación a cómo viven, a cómo construyen sus instrumentos y a sí mismos, a cómo sienten y piensan. Proclama la libertad del actor social que, a través de su biografía e interrelación con sus semejantes, crea significados y construye su acontecer; el mundo se presenta al individuo bajo la forma de un sistema objetivado de designaciones compartidas y de formas expresivas. La vida humana es fundamentalmente diferente para cada uno y las circunstancias sociales son construidas en los significados y a través de ellos, y solo pueden ser identificadas en las medida en que se sumerja en el lenguaje significativo de la interacción social. (Ver De Souza, 2009). Hermenéutica y fenomenología son las derivaciones metodológicas de mayor raigambre en esta tradición.


Los estudios referidos al cuerpo en esta perspectiva han estado orientados, de alguna manera, hacia la condición cognoscente, la res cogitans, y a la resolución de preguntas por la pedagogía, las epistemologías, las estéticas (s), la inscripción social, entre otras. Aquí el cuerpo es abordado en un intento por desarraigarlo (si esto fuera posible) del mundo de lo natural, e incluso se hace referencia a un “cuerpo inorgánico”. Las narrativas y estrategias metodológicas han estado asidas al discurso filosófico y, reiteradamente, a la designación fenoménica de Merleau-Ponty.


El enfoque fenomenológico ha sido criticado por: su centro es el sujeto per se y ello deriva en una incapacidad para realizar análisis contextualizados, toda vez que las versiones de las personas sobre los hechos son tomadas como verdad misma y se reduce así la ciencia a la mera descripción provista por los actores sociales. Tener “la pretensión de alcanzar una esfera superior de sentido –una lógica de sentido o fenomenología– la verdad matemática subsumida como un momento de ese despliegue simbólico de sentido… O la aspiración a una dimensión absoluta en la cual el sentido aparezca como una verdad ‘más verdad que la verdad’ (de las ciencias positivas), en donde el sentido sea “la verdadera verdad.” (Pardo, 2001:8). “Goldman (1980) critica la postura fenomenológica por ser solo descriptiva y comprensiva de los fenómenos desde los actores y desconoce los factores sociales que generan y son generados en esa comprensión, independientemente de las intenciones de los actores sociales y de las significaciones que ellos les atribuyen…” (De Souza, 2009: 92). Dar cuenta de la diversidad cultural desde lo fenomenológico-hermenéutico, “solo puede continuar ese programa fragmentando el espíritu en mil y una visiones del mundo inconmensurables, cada una con su porción inmanente de sentido pugnando por un conflicto de interpretaciones (…) presentando este oleaje hermenéutico como propuesta metodológica (…) tenidas por epistemológicamente blandas y difícilmente discernibles de la literatura de ficción” (Pardo, 2001:8).


Bourdieu, por su parte apunta


Dos diferencias críticas entre la praxeología de Bourdieu y la teoría del comportamiento de Merleau–Ponty: en esta última no hay ningún momento objetivo y el “campo” de fútbol sigue siendo una forma puramente fenoménica, comprendida estrictamente desde el punto de vista del agente actuante… Una vez más, como ocurría con el objetivismo durkheimiano, la filosofía de Merlau- Ponty, adolece de una incapacidad de construir un vínculo analítico sólido entre las estructuras interna y externa, entre el sentido del juego del jugador y la constelación real del campo… guarda silencio sobre la doble génesis social de las estructuras subjetiva y objetiva del juego. (Bourdieu y Wacquant, 2005:51)


En efecto, las investigaciones que se hacen desde esta interpretación del mundo y del conocimiento tienden un velo sobre los contextos sociales y culturales, definitorios de ese “estar en el mundo” e ignoran las posibilidades que la problematización del cuerpo nos brinda para conocer, interpretar y, más contundente aún, transformar la realidad.


Para los estudios enfocados al cuerpo, se promueve una articulación de métodos derivados de ambas tradiciones que se constituyen así mismo en otro (s) método(s) ajustados al objeto: la tercera ruta[3], asunto que no es nuevo en la teoría crítica de la investigación social; no obstante, su argumentación parece haber sido “desoída” en lo tocante al cuerpo.


La tercera ruta: una emergencia metodológica