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LA IMAGINACIÓN POLÍTICA DE LA INMUNIDAD. DEL “CUERPO SOCIAL” A LA “COMUNA DEL CUERPO”


 

RESULTADO DE INVESTIGACIÓN: Este artículo se inscribe en el marco del Proyecto de Investigación “La imaginación política de la inmunidad. Figuraciones de la enfermedad y formas de vida en la literatura latinoamericana contemporánea”, que el autor desarrolla en el Programa de Estudios Latinoamericanos Contemporáneos y Comparados (PELCC) de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF,Argentina) gracias a una Beca Interna Postdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

 

Resumen

En este artículo realizamos un análisis de dos textos literarios de Diamela Eltit: “Colonizadas” (2009) e Impuesto a la carne (2010). Para esta tarea, nos apoyamos en los desarrollos teóricos de una serie de autores fundamentales de la filosofía en las últimas décadas, como Georges Canguilhem, Michel Foucault, Donna Haraway o Roberto Esposito. En diálogo, especialmente, con la categoría de inmunidad (en tanto que categoría biopolítica) que propone este último, llegamos a la conclusión de que los textos de Eltit detectan las claves de la imaginación política de nuestra época. A partir, primero, de la imagen de un mundo convertido en hospital, en el que el (bio)poder y la (bio)medicina se confunden y ocupan todas las franjas de la vida; y a partir, en segundo lugar, de un conjunto de imágenes corporales, desde los cuerpos enfermos a la “comuna del cuerpo”, las narraciones de la escritora chilena ponen en escena, en efecto, una imaginación que podríamos reconocer como la imaginación política de la inmunidad. La disposición de estas imágenes, no obstante, no solo nos ayuda a entender el modo en que dicha imaginación funcionaría (en tanto que parte de una forma específica de gobierno), sino que también nos ofrece las claves —tal es, al menos, nuestra hipótesis— para cuestionarla y transformarla. El recorrido, si seguimos la lectura de Impuesto a la carne, podría ser el que va de la imagen de un “cuerpo social” inmunizado a la imagen de una “comuna del cuerpo”.


Palabras clave: Biopolítica, Biomedicina, Inmunidad, Comunidad, Imaginación política


Abstract

In this paper we analize two literary texts by Diamela Eltit: “Colonizadas” (2009) and Impuesto a la carne (2010). We will base our analysis in the theoretical works of some of the most important philosophers in the last decades, such as Georges Canguilhem, Michel Foucault, Donna Haraway or Roberto Esposito. Specifically, in dialogue with the category of “immunity” (as a biopolitical category) proposed by Esposito, we will come to the conclusion that Eltit’s texts point out some of the keys of the political imagination of our time. Firstly, from the image of a world turned into a hospital, in which (bio)power and (bio)medicine are mixed up and reach all the areas of life; and secondly, from an ensemble of corporal images, which go from sick bodies to the “body’s commune”, the narratives of the chilean writer bring to scene an imagination that could be recognized as the political imagination of immunity. These images, however, not only help us to understand the way in which this imagination work (since it comes from a specific way of governenment), but also offer us the keys —and this is our hypothesis— to question it and transform it. According to our interpretation of Impuesto a la carne, this way could be the one which leads us from the image of an immunized “social body” to the image of a “body’s commune”.


Keywords: Biopolitics, Biomedice, Immunity, Community, Political imagination



INTRODUCCIÓN

Entre 2009 y 2010, la escritora y artista chilena Diamela Eltit publica dos textos literarios: “Colonizadas”, un relato corto, e Impuesto a la carne, una novela que comparte personajes y núcleos de la trama con el relato anterior. El título en ambos textos es sumamente significativo: “Colonizadas” hace referencia a la colonización del cuerpo de dos personajes (madre e hija) por parte del cuerpo médico; Impuesto a la carne da cuenta asimismo de dicho proceso, pero va un paso más allá de él. En este último texto, no es solo que los personajes, aparentemente enfermos, se vean expropiados de su experiencia de enfermedad o de su capacidad de decisión en relación con su cuerpo en un determinado espacio hospitalario, sino que el foco se amplía y trasciende el contexto de un diagnóstico o de una situación particular de enfermedad.


En esta novela, como en “Colonizadas”, encontramos a los personajes, la madre y la hija, desde el principio, en un centro médico. El texto, sin embargo, a lo largo de sus casi 200 páginas, no precisa qué tipo de centro es ni cuál ha sido el día o la causa concreta de su ingreso. No hallamos, siquiera, una previsión temporal en torno a la fecha en que podrían obtener el alta. De algún modo, parece que los personajes se hubieran resignado a permanecer un “tiempo indefinido en el hospital” (Eltit, 2010: 105). Poco a poco, no obstante, el enigma se resuelve. A medida que la acción (si podemos llamarla así) de la novela transcurre, comprendemos que aquí no se trata tanto de que el hospital en el que los personajes se encuentran constituya un mundo cerrado (como se podía intuir en el relato), sino más bien de que el mundo en el que viven se ha convertido definitivamente en un hospital. Por eso no pueden salir de él (“Ahora mismo deambulamos (...) por los bordes de un mundo que nos resulta sorprendente e invasivo”, afirma la hija), porque no hay un afuera de ese “mundo enfermo” (ibídem: 11-12). La madre y la hija están sometidas, entonces, al pago de un “impuesto” obligatorio (que asumen, en efecto, con sus cuerpos: “la carne”) por el simple hecho de vivir en un “territorio” constituido como una ilimitada “patria médica” (ibídem: 29). Nuestra hipótesis es que estos textos detectan los motivos fundamentales de la imaginación política de nuestra época, y que, en consecuencia, nos advierten acerca de los ejes sobre los que se articulan las formas de gobierno actuales.


En los dos títulos, las líneas argumentales, las referencias explícitas (podríamos decir foucaultianas) al “territorio” o a la “patria médica”, o en otros pasajes en los que se describe la “biología” como el “instrumento verídico y apto para establecer el centro en el que radica el umbral de la historia” (Eltit, 2010: 127), no solo se delinea la estructura elemental de un mundo convertido en hospital, sino que además se sugiere, en efecto, que dicha estructura es una estructura biopolítica. Después, el hecho de que pasemos de un relato en el que parece que se tematiza el hospital como lugar de encierro (es decir, en tanto que institución biopolítica propia de las “sociedades disciplinarias”) (Foucault, 1994 y 2012) a una novela en la que el hospital trasciende sus propios muros y abarca el conjunto del territorio y aún de la vida (es decir, en tanto que el “encierro” se produce ahora, en este texto,“al aire libre”, tal y como señalaba Deleuze (1999) cuando caracterizaba a las“sociedades de control”) nos alerta acerca de las formas en las que el biopoder muta, en las últimas décadas del siglo XX, para no perder su eficacia. Nótese, en este sentido, que un autor como Agamben (que recoge los estudios de Foucault y, en cierta medida, críticamente, la lectura que de este hacía Deleuze) había propuesto que tomáramos el campo de exterminio como el “paradigma”secreto de la biopolítica occidental actual (2003) 2 . De este modo, viviríamos todavía, según este autor, en un “estado de excepción” permanente, a imagen y semejanza de la vida en el Tercer Reich. Sin embargo, en Impuesto a la carne, se recurre al motivo del hospital y no, por ejemplo, a la figura del campo para narrarlos modos en que los cuerpos y las vidas de los personajes están siendo capturados por la lógica biopolítica. La pregunta es: ¿por qué se apela a esta imagen? ¿Por qué su centralidad en un texto publicado a comienzos de los 2000? Creemos que de la novela de Eltit se desprende que ya no es el campo sino el hospital lo que se erige como el eje, más o menos oculto, del funcionamiento actual de biopoder (“el mundo y su dirección, los hospitales”) (Eltit, 2010: 122). Si viviéramos aún, como sugiere Agamben, en un “estado de excepción”, parece ser que este sería, en todo caso, un “estado de excepción médico”. O, como propone Esposito (2005), un“estado de excepción” de tipo “terapéutico” o “inmunitario”.


2. LA IMAGINACIÓN POLÍTICA DE LA INMUNIDAD (I): EL CUERPO


Para seguir los hilos que entendemos que la novela nos lanza (desde el ejercicio del poder soberano a las prácticas biopolíticas, de las “sociedades disciplinarias” a las “sociedades de control”, de las “sociedades de control” a la deriva de las “sociedades terapéuticas”), creemos que puede ser conveniente, por tanto, tener en cuenta las propuestas filosóficas más recientes en torno a la noción de biopolítica. En particular, nos parecen especialmente pertinentes los planteamientos de López Petit (2009) y, sobre todo, de Esposito (2005 y 2009) alrededor de la idea de un “poder terapéutico” y de la categoría de “inmunidad”.


Estas propuestas vendrían a articular de forma más compleja las distintas declinaciones que este concepto, el concepto de biopolítica, acepta desde que Foucault lo reformulara en la década de los 70. Tanto la idea del “poder terapéutico”como la categoría de “inmunidad” superan la oposición que se reproducecontinuamente entre las acepciones más divulgadas del concepto de biopolítica, de lasque podríamos considerar autores paradigmáticos a Negri (que toma el relevo deDeleuze en relación con las biopolíticas “positivas”, aquellas que hacen referencia a lasprácticas que se centran en la reproducción y la administración de la vida) (Hardt yNegri, 2002; Deleuze, 1999) y a Agamben (que insiste en la vertiente “negativa”, estoes, en la capacidad de “arrojar a la muerte” de las biopolíticas contemporáneas, demodo que podríamos calificarlas también, según este autor, como prácticas“tanatopolíticas”) (2003). La categoría de “inmunidad” vendría a ser, de hecho, segúnEsposito, el “nodo teórico” habilitado en medio de los dos polos anteriores, en tantoque alude a una “forma de protección negativa” de la vida (2009: 19-20).


Según el autor de Immunitas, en efecto, es precisamente un exceso de protección (la acepción positiva de la biopolítica) lo que, en la actualidad, impide el desarrollo de la vida y lo que la acaba suprimiendo (asociándose ya con la acepción negativa); un exceso de protección, en cualquier caso, que (en la línea de las transformaciones del poder que describía Deleuze (1999) en su “Post-scriptum”) no alude tanto a una “forma de sujeción violenta que el poder ejercita… sobre la vida” (2009: 20-21) como al “modo contradictorio en el que la vida intenta defenderse, cerrándose a aquello que la circunda” (ibídem). Efectivamente, cuando la vida se cierra a “aquello que la circunda”, no solo está llevando a cabo una acción defensiva o de “protección” (no solo está tratando de asegurar su conservación gracias a ella), sino que mediante esta acción inmunitaria puede estar al mismo tiempo, “bloqueando” su desarrollo y estar colocándose así, en última instancia, en “riesgo de implosión” (de “autonegación”) (ibídem).



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