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El cuerpo conciliado. Una revisión del cuerpo en la filosofía y el pensamiento social



Se ha vuelto un lugar común entre nosotros la analogia del ser humano con la computadora, analogia que no deja de estar fuertemente influenciada por los presupuestos filosóficos respecto al ser humano y al desarrollo de la tecnologia en la actualidad. Hace algunos meses, un amigo me comentaba en la sobremesa de la cena, que estábamos mal diseñados "nuestro hardware no responde a nuestro software", la referencia en ese momento era a la imposibilidad de ingerir más alimento ni bebida. Me llamó la atención la formulación por varias razones: 1) ahora, en la "era de la información" parece que somos creados a "imagen y semejanza" de la computadora, además; 2) pareciera que lo que somos es aquello que imaginamos y que nuestro "hardware", el cuerpo, es algo que nos limita, que recibe órdenes, pero las responde con restricciones; pareciera que sin cuerpo seríamos más, que sería conveniente creer en un progreso de la humanidad sustentado en el desarrollo de artefactos que incorporados a nuestro cuerpo, como sustitutos (prótesis), nos harán posible responderle a eso que imaginamos y deseamos. Las novelas y el cine de ciencia ficción están llenos de estas ideas.


Sin embargo, no podemos imaginarnos como personas sin un cuerpo. La pretensión de poder ser más 'persona' sin cuerpo no deja de ser provocadora y, de hecho, ha atravesado buena parte de la historia de la humanidad. En este trabajo hacemos una revisión sobre dos campos de estudio y reflexión sobre el cuerpo: el pensamiento filosófico y el antropológico. En esta revisión vemos una convergencia, producto del diálogo intenso practicado fundamentalmente entre la antropología y la filosofía, y en donde podemos afirmar que la persona es constitutivamente corporalidad.


El cuerpo en la filosofía


En la historia de la filosofía vemos tres grandes momentos en torno a la reflexión sobre el cuerpo, particularmente del cuerpo humano. Cada uno de estos momentos se define por el modo en que ha cambiado el planteamiento del objeto mismo de reflexión. El primero de ellos surge en la constatación de que el cuerpo de una piedra y el del fuego parecen tener formas corpóreas distintas. Es entonces cuando se preguntan si todo lo que existe, forzosamente tiene cuerpo o si existe algo incorpóreo. Es la pregunta presocrática que hace evidente la dificultad para definir en qué consiste un cuerpo. Para ellos, esta dificultad estriba en que un cuerpo no se puede definir como un simple agregado de cosas, sino en función de un balance especifico que une entes materiales e inmateriales. Al asumir que el ente inmaterial tiene cuerpo, la pregunta deriva hacia las condiciones y la forma mediante la que dos cuerpos, uno material y otro inmaterial, se unen.


Los griegos, como hombres de dioses que fueron, propusieron la existencia de un ser supremo que logra unidad entre lo corpóreo y lo incorpóreo. Esta pregunta ilumina el segundo momento sobre la filosofía del cuerpo que consiste en hablar de cuerpo y alma o ánima. Es un momento que encierra tanto una perspectiva animista -eI alma anima al cuerpo y le da vida- como otra vitalista -la vida contiene una fuerza vital que resiste las agresiones externas e internas del cuerpo, es el momento que inician Platón y Aristóteles. El tercer momento, en el que nos encontramos, inicia al hablar del cuerpo en primera persona -mi cuerpo- y encontrarnos con el problema de que ese cuerpo del que hablo soy yo, y ese yo que habla del cuerpo que soy, no acaba de ser sino que está siendo (Morfin:2004).Este primer momento, descrito brevemente en las lineas anteriores tiene como representante a Hipócrates quien describió el cuerpo humano como algo compuesto de cuatro humores: la sangre, la bilis amarilla y la negra y el "liquido pituitario" o flema (Jaque!: 2001 , 86).


La salud de la persona consistia en una "relación justa" entre estos liquidas según su espesura, fuerza y cantidad. Estos cuatro humores parecen ser una analogia de lo que entonces se conocia como los constitutivos del mundo: fuego, aire, agua y tierra; y, por eso, no parecen hacer distinción entre lo inanimado y lo vivo.El segundo momento lo iniciaron Platón y Aristóteles, quienes, al explicar la índole de esta unión, definen el cuerpo y el alma. Platón en el "Timeo", explicó el origen de los humanos a partir del ser perfecto, dice: "el demiurgo hizo al alma primera en origen y en virtud y más antigua que el cuerpo. La creó dueña y gobernante del gobernado [ .. .]" (Platón: 1976). El demiurgo es el ser supremo y perfecto; por esto, el alma no es algo creado. Habló del cuerpo como algo generado compuesto de partes que reunidas todas ellas son entregadas al alma.


El cuerpo que entrama el alma se define por lo piadosa de la misma, y por esta razón es que Platón elabora una especie de jerarquia entre los diversos cuerpos conocidos del mundo: primero, el de hombre, después el de mujer y siguen todos los animales. Todo cuerpo, para Timeo de Platón, como característica fundamental, tiene extensión, es decir, ocupa lugar en el espacio. El alma, en si misma tiene realidad. Aristóteles inició su reflexión filosófica preguntándose por la naturaleza de lo vivo. Es algo,dice, que consiste en nutrirse, crecer y corromperse, esta última característica comprende tanto enfermarse como envejecer; es decir, que la definición de la vida contiene la muerte: lo vivo es algo que muere. Para Aristóteles el alma es "la forma de un cuerpo natural más allá de la vida en potencia" (Jaque!: 2001,88). Por forma se entiende aquí, principio de movimiento, lo que anima al cuerpo. Para Aristóteles, el cuerpo no es capaz, en potencia, de vivir. Y el movimiento y el calor permanecen como caracteristicas de lo vivo.




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