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La fiesta como éxtasis colectivo: narrativas de los carnavales en Colombia*


“…Por esa rebelión a lo establecido, por esa afectualidad con el extraño…”


Esta ponencia surge desde el grupo de investigación Identidad y Cultura y el programa Cuerpos y subjetividades de la Universidad Nacional de Colombia, sede Manizales, como resultado de una de las líneas de trabajo propuestas desde el cuerpo y el placer.


Lo que hoy expongo es un acercamiento conceptual y desde algunas narraciones de experiencias de fiesta, que pretenden dar comienzo a un campo investigativo en relación con las fiestas tradicionales y su relación con el placer, la colectividad y el éxtasis colectivo como ejes de construcción de identidad.


Para empezar asumimos el contexto de la fiesta como un hecho trascendental de identificación donde confluyen y se construyen las diversos códigos y contenidos de una comunidad. El hecho colectivo de la preparación, el encuentro y la celebración desde un fin común, hacen de la fiesta un escenario importante donde se reproducen y reafirman identidades.


Las fiestas, en este caso las tradicionales, tienen en común un elemento importante que nos convoca, el éxtasis colectivo, el encuentro desde el placer de estar juntos, de danzar, compartir y representar cada una de las manifestaciones propias del lugar al son de un nosotros que se impregna de deseo, de alegría, de desenfreno, asumiendo estos estados como necesarios e importantes para dar significado y contenido a la fiesta y a la vida misma. Pocas manifestaciones culturales evidencian la necesidad de una explosión colectiva para la permanencia de las tradiciones y razones de ser de un pueblo. La fiesta y la celebración no solo sacan de la rutina, es el encuentro más esperado, más preparado y que da sentido a los días venideros.


En una búsqueda constante por estar bien[2], la fiesta trasciende en el hecho de que se busca en un bienestar común. Son diversas obras colaborativas enfocadas a una re-significación del estar juntos, de lo corporal, de la vitalidad de un encuentro que rompe con toda la rutina, para dar paso a la expresión máxima de lo que como colectivo se ha construido. La fiesta rompe esquemas y construye nuevos paradigmas que dan sentido, no solo a lo que implican las tradiciones históricamente hablando por ejemplo, sino desde un contexto actual donde se sigue lealmente el rito como razón fundamental de la máxima expresión identitaria de un pueblo.


¡Venite que ya empezó la arrechera y el sazón!


Nuestros pueblos latinoamericanos comparten expresiones e imaginarios que transforman y evidencian este sur como territorios repletos de contrastes e ironías, de extravagancias sensoriales, de profundas cadencias tropicales y de devenires que rompen con los esquemas de modernidad y progreso que tanto peso le han dado a la historia.


“En la posmodernidad la metáfora presenta el regreso de los valores del Sur, de los valores de la latinidad (de lo barroco y lo festivo, el de las comunas y de las emociones vividas…); el del aquí y el ahora”[3]


Nuestras herencias y presentes se conjugan permanentemente con realidades mágicas que nos llevan de lo más sublime y pretensioso, hasta lo más profundo y terrenal, como las entrañas de la tierra a la que llamamos madre, donde no solo se rinden homenajes y cantos por la vida, también se levantan fusiles y se derrama sangre en nombre de la muerte.


Este momento histórico nos reclama una reivindicación de todo lo que nos ha constituido, mantenido y construido, un estar-juntos que le da apertura a una exaltación de los sentidos, de las emociones, de los afectos, de los delirios y pasiones. Estos imaginarios acerca de lo latino empiezan a transformarse y vuelcan la atención no ya desde lo peyorativo, sino desde los escenarios donde se tejen muchas de las expresiones que nos remiten a valores identitarios fuertes y de trascendencia en una construcción alternativa de sociedad.


“Hacemos un gran salto para llegar a América Latina, espacio mágico de diversidad enorme, en el que culturas profundamente diversas se expresan en lenguajes corrientes, donde también eran y son propicias las necesidades de expresión, de manifestaciones únicas de identidad, muestras de extroversión de nuestros pueblos, de ritualización, de transgresión de lo cotidiano, de la necesidad de dejar salir el otro yo, la otra edad, de compartir la alegría, de dar vida a personajes olvidados, de satirizar lo mal hecho, al patrón, de rendir culto a la madre tierra, al ancestro, a los seres diabólicos o angelicales de inframundos o ultramundos, y la posibilidad de hacerse visibles cada uno con sus características culturales que le han dado origen y que los acerca y los aparta de los sentidos de celebración auténtica o influenciada”[4]


En ese sentido, la fiesta se puede considerar como experiencia estética que transforma y libera, donde lo colectivo desde ese estar-juntos permite la eliminación de fronteras tanto de si mismo como del otro, entendiendo que solo es posible construir una subjetividad a partir de ese reflejo de mi mismo que termina siendo precisamente ese otro, o lo otro.


La fiesta tradicionalmente hablando, nos ha permitido no solo la posibilidad de involucrar los afectos, las emociones y revertir muchos de los ordenes establecidos evidentemente rígidos y estáticos, sino también dar sentido a una realidad que día a día se empeña en anular toda manifestación de emoción como categoría de construcción y análisis, del vértigo, del deseo y por supuesto de unos cuerpos en disposición de lo afable y pasional que devienen en esferas de legitimación social (la fiesta o carnaval) como una trasgresión autorizada


Cada fiesta, cada gesto, tiene estrechas relaciones con las condiciones y tradiciones propias del contexto a festejar, los cuerpos se contagian no solo de ritmos, también de sudores, de caricias permitidas y cadencias del no tiempo. La fiesta transforma no solo la vida cotidiana del lugar, hay muchas cosas implícitas que además de alterar, constituyen esencialidades propias de la fiesta, los afectos brotan a flor de piel, se considera cercano al extraño, el tiempo se transforma, la madrugada no es para dormir, las generaciones se confunden, a todos se les es permitido el goce, es legítimo salirse del control establecido y se puede compartir casi cualquier cosa.


“A despojarse del miedo y a abrazar el cuerpo,

Esta fiesta es de arrechera dice la selva

De bunde y birimbí

Quítate la venda

Porque aquí comienza

San pacho y su gozadera.”[5]

Esta gozadera, esta arrechera, sin duda alguna rompe con muchos de los parámetro establecidos ante lo que se puede evidenciar como manifestación social, porque desde los órdenes instaurados desde lo colectivo, es mucho más claro un retorno constante a una hegemonía que busca homogenizar y racionalizar expresiones y prácticas que aparentemente rompen con estas estructuras. Según el maestro Carlos Yañez Canal, existe un modelo que ha negado gran parte de la realidad para instaurar un modelo de control:


“El modelo de perfectibilidad se fue construyendo en la negación y negatividad de lo oscuro, la sombra, lo extraño, lo ajeno, lo diverso, lo incierto, lo caótico, lo sensible, lo afectivo, para potenciarse en su hegemonía homogeneizante de todo lo real.”[6]

“El diablo me convocó, me sedujo, me hizo suya. Entre la multitud me confundí, entre sudores comprendí la eternidad… pocas cosas se comparan con este diablo juguetón, que entre conjuro y conjuro me mantuvo despierta y cada alborada fue un morir, un volver a nacer, cada vez más libre, cada vez más yo misma reflejada en todos y todas, ¡ cuánto vértigo!. La tierra retumbó y se estremecieron mis profundidades saludando al diablo, siguiendo el ritmo de todos los latidos presentes, que solo el que haya vivido esta experiencia sabe que son muchos….”[7]


La fiesta desde un primer acercamiento propuesto por la investigación, conjuga elementos esenciales de configuración social por medio de sus confluencias y narrativas estéticas, en este caso desde el placer, desde el éxtasis, desde lo corporal, desde lo común mas no convencional y mucho menos normativo, y aunque no es explícito en muchas expresiones, la fiesta es también un escenario de resistencia pues permite a través de sus múltiples escenarios y manifestaciones representar el mundo que deseamos y el que también queremos desechar.



Fuentes:

  • YAÑEZ, Canal Carlos. La identidad personal entre afectos y afectaciones. (Obra inédita) Universidad Nacional de Colombia. Manizales, 2013.

  • GUIMAREY, María. El carnaval como práctica social espectacular: perspectivas para una revisión de la historiografía tradicional del carnaval. Tomado el 8 de Agosto del 2013. En línea http://patrominocarnaval.weebly.com/uploads/1/4/1/6/14161655/3-el_carnaval_como_prctica_social.pdf

  • RIASCOS, Erazo Carlos Enrique. Carnaval sin fronteras. En línea tomado el 30 de Julio de 2013. En http://es.scribd.com/doc/61969581/IDENTIDAD-Y-CARNAVAL

  • MAFFESOLI, Michel. La contemplazione del mondo figure dello stile comunitario. Editorial Costa&Nolan. Genova, 1996.



[1] MAFFESOLI, Michel. La contemplazione del mondo figure dello stile comunitario. Editorial Costa&Nolan. Genova, 1996


[2] Esta expresión obedece a la posibilidad de un bienestar que trasciende un estado material de la felicidad. El rito y la fiesta hacen referencia a un paradigma que evoca la colectividad y en ese sentido lo establecido desde lo que se plantea como bienestar, se transforma desde lo individual y competitivo (Modernidad capitalista), hasta lo común y liberador.


[3] MAFFESOLI, Michel. La contemplazione del mondo figure dello stile comunitario. Editorial Costa&Nolan. Genova, 1996


[4]RIASCOS, Erazo Carlos Enrique. Carnaval sin fronteras. En línea tomado el 30 de Julio de 2013. En <http://es.scribd.com/doc/61969581/IDENTIDAD-Y-CARNAVAL>


[5] Narración de participante en las fiestas de San Pacho en Quibdó, como referencias experienciales de trabajo de campo investigativo.


[6] YAÑEZ, Canal Carlos. La identidad personal entre afectos y afectaciones. (Obra inédita) Universidad Nacional de Colombia. Manizales, 2013.


[7] Narración de participante en el carnaval de Riosucio como referencias experienciales de trabajo de campo investigativo.



*Tomado del Archivo Documental “Cuerpos, sociedades e instituciones a partir de la última década del Siglo XX en Colombia”. Mallarino, C. (2011 – 2016). Tesis doctoral. DIE / UPN-Univalle.


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