Aceptación del cuerpo en mujeres de zonas rurales y semirrurales de México

RESULTADO DE INVESTIGACIÓN: Proyecto de investigación en Nutrición Comunitaria: “La adolescencia y la alimentación: percepción de un grupo de mujeres en una comunidad rural. Octubre, 2002”- Sociedad de Nutriología, AC, Secretaría de Salud, México
Los estudios de alimentación y nutrición en México*
Son numerosos los trabajos publicados que dan cuenta de diversos temas relacionados con la nutrición y que recurren a un conocimiento especializado de las dimensiones nutricionales, psicológicas o económicas del consumo de alimentos, pero que provienen, “de visiones normalmente unilineales sobre el mismo fenómeno arropadas por los marcos epistémicos de cada ciencia” (Gracia, 2010: 358).
En México, los primeros estudios de nutrición, se dedicaron a la descripción de una serie de circunstancias que concurrían en las comunidades, sin la mediación de un análisis crítico del significado de los datos recabados. La información socioeconómica, no era sistemática en la mayoría de los casos, no se contemplaban los procesos culturales de las comunidades, y no se veían más que los prejuicios y tabúes en las costumbres ancestrales de la población. Se criticaba la “ilusoria esperanza” de los investigadores cuando argumentaban que las instituciones sociales, escuelas y centros de salud serían los elementos fundamentales para combatir directamente las principales causas de la malnutrición, además de que sólo a través de clínicas infantiles se mejoraría la dieta de los niños, restringida principalmente por prejuicios y tabúes (Avila, 1990).
Si bien compartimos algunos de los argumentos anteriores, reconocemos que las primeras encuestas permitieron tener una idea de la magnitud del problema en el grupo de menores de 5 años y se identificaron las zonas con mayores problemas nutricionales, como el sureste de la República Mexicana y algunas regiones del centro, a diferencia de la zona norte fronteriza, donde la prevalencia de la desnutrición resultó menor. Información sobre el estado nutricio desagregada por sexo e interpretada bajo una óptica de género no encontramos en esos estudios, aunque algunos datos ya apuntaban a una diferencia en la situación nutricional.
Para aquellos años, desde 1957 hasta fines de la década de los 80´s, conocer el estado nutricio de la población infantil y preescolar de México, qué y cuánto consumían las familias era lo relevante, por lo que los instrumentos de recolección y las técnicas utilizadas fueron las “encuestas cuantitativas de 7 y 3 días” y las “cualicuantitativas de registro de consumo de alimentos de las últimas 24 horas”, aunadas al estudio de signos clínicos de la población menor de 5 años. El propósito de estos primeros estudios, fue dar a conocer por primera vez una información amplia y detallada de las condiciones de nutrición de la población de la República, particularmente del sector rural (Zubirán, 1972). Los estudios de alimentación y nutrición nacionales, posteriores a 1979 utilizaron técnicas de recolección de datos similares a las anteriores, predominando la encuesta de recordatorio de 24 horas, la medición del estado nutricional y de niveles de hemoglobina.
Sobrepeso y obesidad: uno de los problemas
Las últimas encuestas nacionales de salud y nutrición centran su atención en el aumento del sobrepeso y la obesidad, y los datos apuntan a que la obesidad es un padecimiento más frecuente en las mujeres adultas; asimismo, la anorexia nerviosa y la bulimia, tanto en mujeres como en hombres, han comenzado ha presentarse en México, sobre todo entre la población joven como lo veremos más adelante. Al revisar las encuestas nacionales de nutrición de 1988, 1999, 2006 y 2012, apreciamos un aumento significativo en la prevalencia combinada de sobrepeso y obesidad entre las mujeres de 20 a 49 años; la información de estos estudios muestra que en un lapso menor a 20 años –1988 a 2006- la cifra se duplicó, pasando de 34.5% a 69.3% (INSP, 2006; INSP, 2012).
Otras encuestas realizadas en el país, como fue la Encuesta Urbana de Alimentación y Nutrición en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México 2002, arrojó una prevalencia de obesidad de 28.7% en las mujeres y de 19.5% en los hombres con bajos niveles de ingreso (Avila, Shamah, Chávez, et al, 2003). Datos derivados de un estudio realizado en 2003 entre población rural pobre, muestran una prevalencia combinada de sobrepeso y obesidad de casi 60% en mujeres y más de 50% en hombres, con cifras de obesidad de 22.2% para las primeras y de 13.6% para los segundos (Fernald, Gutiérrez, Neufeld, et al, 2004). No obstante, queremos destacar que las deficiencias nutricionales continúan siendo importantes problemas de salud pública en México (González de León, Bertran, Salinas, et al, 2009). En síntesis, desde 1992 se comenzó a detectar un problema en la prevalencia de sobrepeso y obesidad alcanzando cifras alarmantes en el siglo XXI, en particular entre la población femenina, y la cuantificación de los datos, la representatividad de los mismos y como dicen los autores de las encuestas, la rigurosidad, han sido las principales características de los últimos estudios alimentarios y nutricionales a nivel nacional. El abordaje para identificar las prácticas alimentarias de riesgo, no ha sido muy diferente a las encuestas aquí mencionadas.
Otro problema: el anhelo a la delgadez
Numerosos estudios realizados en México en los últimos años, cuyo objetivo ha sido conocer la tendencia de las prácticas alimentarias de riesgo en población adolescente han mostrado un incrementó en la prevalencia de este tipo de prácticas: en los hombres de 1.3% en 1997 a 3.8% en el 2003, y en las mujeres de 3.4% a 9.6%. Por grupos de edad se detectó un aumento en la frecuencia de estas conductas en varones de todas las edades, excepto en los de 16 y 17 años, y en las mujeres de todas las edades; los grupos en los que se detectaron más prácticas de riesgo fueron los hombres de 12 y 13 años y las mujeres de 18 y 19 (Unikel, Saucedo-Molina, Villatoro y Fleíz, 2002; Unikel, Bojórquez, Villatoro, et al, 2006). En la Encuesta sobre la Prevalencia del Consumo de Drogas y Alcohol en la Población Estudiantil del Distrito Federal de 1997, se detectó que el 0.9% de los hombres y 2.8% de las mujeres, presentaban actitudes y prácticas alimentarias de riesgo (Unikel, Saucedo, Villatoro, et al, 2002).
Hasta hace algunos años se pensaba que la bulimia y la anorexia nerviosa y por tanto las prácticas alimentarias de riesgo, se presentaban sólo en personas de nivel socioeconómico elevado, sobre todo, en los países industrializados, sin embargo, estas conductas se observan cada vez con mayor frecuencia en países en vías de desarrollo y en personas de bajos recursos económicos. Y aun cuando en la actualidad es mayor el interés por estudiar las alteraciones en la percepción de la imagen corporal, existen escasas investigaciones que analicen y expliquen lo que está sucediendo entre la población no urbana del país.
Ahora bien, resultados de investigaciones con un abordaje cualitativo muestran que hombres y mujeres de ciertas zonas rurales de México comienzan a manifestar una preocupación por su cuerpo y cierto anhelo a la delgadez, lo que las/os ha llevado a transformar algunas de sus prácticas de alimentación. En una comunidad del estado de Morelos se observó que mujeres de diferentes edades realizaban por las tardes actividades como correr o “caminar rápido” dirigidas por profesores de educación física procedentes de la cabecera municipal. Durante las entrevistas, las señoras mencionaron consumir con frecuencia ciertos alimentos light, por ejemplo, refrescos, galletas y yougurt. Al profundizar en los motivos para realizar estas actividades, las respuestas fueron las siguientes: “bueno, lo que pasa es que no queremos engordar” o bien, “queremos bajar de peso”. Es decir, detectamos una preocupación por su cuerpo y algunas modificaciones en la elección y consumo de alimentos, “antes tomaba refrescos normales, pero ahora tomo lights” y “antes no me preocupaba por mi cuerpo, pero ahora sí procuro comer otras cosas”. (Pérez-Gil, Vega y Romero, 2007; Pérez Gil y Romero, 2008).
En 2011 en la comunidad mixe de Yacochi, Oaxaca, se observó que en la Agencia Municipal, tres veces por semana una maestra del Programa Oportunidades impartía clases de “taichí” y de baile, con el propósito, según sus palabras, de “evitar el sobrepeso y la obesidad”. Cuando interrogamos a algunas de las asistentes acerca de sus razones para asistir a las clases, expresaron, “vamos para bajar de peso porque en la casa de salud nos dijeron que estábamos gordas” o “para no engordar”. Cabe aclarar que en esta comunidad al igual que en casi todas las poblaciones del país, la mayoría de las mujeres combinan las responsabilidades de los diversos programas con el trabajo doméstico y extradoméstico, -acarreo de agua y de leña, entre otras tareas- lo que implica un elevado gasto calórico por el elevado número de actividades que realizan (Pérez Gil y Romero, 2013).
Es así, que con base en los datos anteriores y en nuestro interés por abordar el tema del cuerpo desde otro enfoque diferente al que “tradicionalmente” se utiliza en el campo de la biomedicina, decidimos profundizar en la percepción corporal de mujeres que viven en zonas rurales y semirrurales del país cuyo objetivo fue identificar cómo las mujeres que viven en estas zonas perciben su cuerpo. Nuestras interrogantes fueron dos: ¿cómo perciben su cuerpo las mujeres de las comunidades rurales y semirrurales del país? y ¿existen ideales de cuerpo entre las mujeres de las comunidades estudiadas y de ser así, ¿cuáles son?
Cómo ha sido nuestro acercamiento a las mujeres
Desde 2006 iniciamos el trabajo de campo en comunidades mestizas e indígenas del estado de Oaxaca y hasta el momento tenemos información de mujeres de varias comunidades rurales y semirrurales de más de seis estados de la República. Hemos recabado datos de alrededor de 300 mujeres entre 15 y 60 años de edad, originarias de Oaxaca, Querétaro, Hidalgo, Estado de México, Puebla, Veracruz y Guanajuato a través de cuestionarios con preguntas abiertas, a quienes también pesamos y medimos con el propósito de conocer su Indice de Masa Corporal (IMC). Los rubros de la cédula son: caracteríticas sociales y económicas de las familias, cuerpo y alimentación de las mujeres e información sobre estos temas provenientes del personal de salud y de los medios de comunicación. Asimismo, se les muestran figuras corporales de mujeres para que ellas elijan una con la cual se identifican en el momento del estudio, esto es, cómo se perciben y además seleccionen de entre las mismas figuras o modelos aquella que les gustaría tener. En otras palabras, cómo son, cómo se ven y cómo desean ser.
¿Qué encontramos?
En términos generales, podemos afirmar que detectamos cierta preocupación e insatisfacción con el aspecto físico entre las mujeres de las diversas comunidades estudiadas, sobreestimación del volumen del cuerpo y un deseo por adelgazar. Queremos resaltar que hemos cumplido con nuestro objetivo de tener un primer acercamiento a la percepción del cuerpo en mujeres que viven en las zonas rurales y semirrurales de México, sin embargo, estamos convencidas de que todavía hace falta profundizar sobre el tema, principalmente en dos sentidos, el primero, adentrarnos en el tema del cuerpo en mujeres de diferentes grupos sociales, y el segundo, reflexionar en torno al papel que las y los especialistas en nutrición tenemos en la conformación de la percepción corporal y el anhelo por tener un determinado tipo de cuerpo. Interrogantes como, ¿por qué y cómo están cambiando los valores respecto a la imagen corporal entre las mujeres rurales, semirrurales y urbanas marginales? y ¿qué significa el término “ideal” para la población femenina que vive en esas zonas? son puntos de partida para conocer con más detalle, tanto las prácticas como las representaciones alimentarias de los grupos humanos.
Insistimos en que no es nuestra intención hablar de la aceptación del cuerpo en términos estadísticos, no cabe duda que, en las comunidades, donde hemos