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CUERPO Y MEMORIA, LENGUAJE ARTÍSTICO DESDE EL ADULTO MAYOR


 

RESULTADO DE INVESTIGACIÓN: Sistematización y consolidación de propuestas, métodos, didácticas, estructuras y/o estrategias que han abordado colectivos, grupos o compañías que han participado en la temporada de artes mayores desde 2004 hasta el año 2017

 

Resumen


Al establecer ese ámbito propio de las concepciones instauradas desde lo artístico con un marcado sentido patrimonial, hecho que aborda la consolidación humana de sociabilidad que traspasa el ejercicio, desde la razón de ser de la experiencia que acumula todo un sentido de memoria social, identidad y apropiación cultural; con los cuales transita al mundo de lo cotidiano para convertirlos en elementos estéticos propios de comunidades y por ende expresiones de comunicación de las colectividades, que son metáfora del cuerpo, que es el escenario donde la remembranza convertida en tradición se instala en las condiciones de entenderse y no olvidarse como patrimonio vivo de las culturas.


Es tanto así, que el campo de la formación cultural se instaura desde lo social, en este estudio se aplica desde las artes escénicas -danza- como una práctica de pensamiento que motiva y estructura acciones de reflexión, producto de un sentido en la acción propia de los derechos culturales. Este análisis es el resultado de la sistematización y consolidación de propuestas, métodos, didácticas, estructuras y/o estrategias que han abordado colectivos, grupos o compañías que han participado en la temporada de artes mayores desde 2004 hasta el año 2017, además del montaje “Huellas” del 2010, donde se construye para la escena a partir de un saber corporal, que con el tiempo se va convirtiendo en un lenguaje escénico situado acorde a símbolos y canales de comunicación sociales, establecidos desde la corporalidad de personas mayores para la definición de un lenguaje artístico propio y local.


Palabras claves: Arte escénico, Patrimonio, Adulto mayor.



Su Génesis


La idea de identificar a una persona adulto mayor se define según la cronológica de la edad que es un asunto sociocultural, al reconocer que cuenta con un saber ancestral que debe ser visibilizado y socializado como patrimonio cultural inmaterial. Se considera que cada sociedad establece el límite a partir de cual persona se le denomina como mayor o de edad avanzada, según una edad social. Es tanto así, que la vejez puede ser tomado como una etapa de pérdida, todo depende de la combinación de recursos y la estructura de oportunidades individuales y generacionales a la que estén expuestas las personas en el transcurso de su vida, de acuerdo a su condición y posición al interior de la sociedad.


Al interior de las colectividades, los adultos mayores cuentan con unas dinámicas propias, saberes y apropiaciones de comunidad, los cuales han sido aportantes en la construcción de la sociedad actual. Por ende, dentro de la Política Colombiana de Envejecimiento Humano y Vejez 2014-2024 del Ministerio de Salud, identifica que todos los seres vivos envejecen, lo que se constituye en un proceso multidimensional de los seres humanos que se caracteriza por ser heterogéneo, intrínseco e irreversible; inicia en la concepción, se desarrolla durante el curso de vida y termina con la muerte. (P. 3) Reconoce ello que las consecuencias del rápido envejecimiento de las sociedades en los países en desarrollo se manifiestan en cambios estructurales, tales como las modificaciones en la composición familiar, en los patrones de trabajo, en la migración de los jóvenes a la ciudad, en la profundización de los procesos de urbanización, en el mayor ingreso de las personas al mercado laboral y en la mayor sobrevivencia de las mujeres a edades avanzadas. (P.13)


La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en abril de 2009. Publico con el aval de las Naciones Unidas, “Envejecimiento, derechos humanos y políticas públicas” donde expone que el proceso de envejecimiento de la población abre nuevas posibilidades para la construcción de ciudadanías del siglo XXI. Primero, alienta a conciliar las necesidades e intereses de todos los grupos de la sociedad para avanzar hacia una plena integración social, donde cada persona, independiente de su edad, cuenta con sus propios derechos y responsabilidades, teniendo una función activa que desempeñar (Naciones Unidas, 1995). Segundo, irrumpe o se consolida un nuevo sujeto social que reclama un tratamiento particular en razón de su edad y, tercero, introduce nuevas indicaciones para expandir, especificar y profundizar los derechos humanos. La legitimidad de estas necesidades en las personas mayores, al igual que otros grupos sociales, han disfrutado de un ejercicio limitado de igualdad y de libertad, producto de desigualdades explícitas —en cuanto a situación y a derecho— y a que las políticas públicas muchas veces no han tomado en cuenta sus necesidades (Naciones Unidas, 1995).


Identificado el grupo objetivo, es relevante reconocer que lo aquí expuesto es propio de la experiencia por más de 15 años en la formación no formal de las artes escénicas con personas mayores de 50 años, con quienes se ha logrado descubrir procesos significativos, como también rescatar el cumulo de razones emocionales, afectivas, intelectuales, sociales y expresivas que posee el ser humano que no dependen exclusivamente del tiempo (edad), sino de la necesidad de expresar, comunicar y preservar que es el principio del arte como proyección social y por ende como hecho cultural. Se debe reconocer entonces que las manifestaciones culturales, son propias del Patrimonio inmaterial de la Humanidad, son aquellas que realizan algunos colectivos, los cuales se debe “salvaguardar aquellos usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas transmitidos de generación en generación y que infunden a las comunidades y a los grupos un sentimiento de identidad y continuidad, contribuyendo así a promover el respeto a la diversidad cultural y la creatividad humana" (Convención para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial 2003, Unesco); en esta convención, el patrimonio cultural inmaterial, se manifiesta particularmente en: las tradiciones y expresiones orales, incluido el idioma como vehículo del patrimonio cultural inmaterial, las artes del espectáculo, los usos sociales, rituales y actos festivos, los conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo & las técnicas ancestrales tradicionales, así mismo los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que son inherentes a las prácticas y expresiones culturales, por este asunto se hace un recorrido a lo conceptual que establece que estas manifestaciones sean clasificadas como prácticas sociales y expresivas de la humanidad.


Aunque se considere que el patrimonio cultural es la configuración donde se identifica la esencia de la identidad, desde esta perspectiva, hay que resaltar el repertorio inacabado de testimonios materiales e inmateriales que constituyen los referentes de la memoria colectiva, los cuales son experiencias que guardan y preservan algunas comunidades en su retina. Considerándose como: “Un bien o una manifestación pueden considerarse patrimonio cultural de la nación cuando se hace evidente que los individuos o las comunidades las reconocen como parte de su identidad, toda vez que les atribuyen, otros valores o intereses de tipo histórico, artístico, científico, estético o simbólico (…) entre esos elementos solo pueden considerarse patrimonio cultural de la nación aquellos bienes y manifestaciones a los cuales las personas, los grupos, o las instituciones con competencias atribuidas legítimamente, mediante un proceso razonable, reflexivo, transparente, incluso público, le confieren valores o atribuciones de identidad” (Mincultura, 2010:12- 13).


Relacionado a lo que expone Arizpe, quien en su estudio establece que hay un patrimonio muy importante allí, en las formas inmateriales, que nos permiten saber lo que otros piensan, sentir lo que sienten e intercambian lo que necesitan. Es así que el patrimonio intangible, inmaterial, vivo, que nos rodea que, por su naturaleza constantemente creativa, es, ante todo, es una serie de prácticas performativas; es decir, que se hace visible en el momento de la acción, pero que representa una serie de códigos o signos aprendidos y compartidos, propios de cada comunidad y cultura. Tanto es así que “el patrimonio cultural inmaterial no es un objeto, una representación o un sitio, si bien estos pueden incorporarlo y darle forma material. Básicamente consiste en una propagación de significados alojados en lo profundo de la memoria colectiva. No puede considerarse de otra manera, ya que la principal premisa en su definición es que las culturas están en constante cambio, a medida que quienes las practican y las admiran crean nuevas formas y se adaptan a las circunstancias históricas” (Arizpe, 2009:28).


Es el caso de la Temporada de Artes mayores donde la memoria corporal ha repercutido en el patrimonio local al conservarse esa mirada de quien lo aprecia y con ello funde lo aprendido del pasado y lo ejercido en el presente, que es lo que hace identitaria en las representaciones escénicas. Esa misma mirada y esa misma protección también valen para todo aquello que no tiene una forma material y que, sin embargo, nos arropa en un patrimonio cultural de las identidades, los sentimientos compartidos y los futuros imaginados. Estas prácticas consentidas que son, justamente, formas visibles de convivencia con sentido, son lo que hoy llamamos patrimonio cultural inmaterial (Arizpe, 2009:7).


La mayoría del patrimonio cultural inmaterial se da como una práctica recursiva que produce nuevos significados a partir de sus conocimientos y expresiones; es por ello que se suscribe como patrimonio en las formas inmateriales, que es la que nos van a permitir saber lo que otros piensan, sienten e intercambiar. A esta estructura la denominamos patrimonio el cual es intangible, inmaterial y vivo, siendo el que nos rodea en la cotidianidad. Es tanto así que es un legado que se absorbe de manera inconsciente y se repite como parte de nuestras vidas. Lo más importante, es que nos abre la posibilidad de saber quiénes somos ante otros y el universo. Llega a ser de naturaleza creativa, porque el patrimonio intangible es, ante todo, una serie de manifestaciones performativas, que se hacen evidentes en la acción real, porque está cargado de un abanico de símbolos asumidos generacionalmente, como hecho de apropiación, tradición y memoria, propios del saber cultural, como símbolo social.


El patrimonio cultural inmaterial es presencia, tanto de todo aquello que lo define como de lo que está ausente. Es un juego constante de presencia/ausencia. Es lo que nos sitúa como miembros de una familia, de uno o varios grupos étnicos, culturales y religiosos, de pueblos y regiones. Nos ubica también como ciudadanos de una nación exuberante en su diversidad y su historia frente a un mundo globalizado. Aquello que es un legado no material, visible, pero si entrañable. Aquello que hoy estamos aprendiendo a llamar patrimonio cultural inmaterial. También se puede llamar patrimonio intangible o patrimonio vivo (Arizpe, 2009:9). La importancia del patrimonio cultural radica en los lugares y objetos, como también en las personas y en los grupos socioculturales que ellas conforman. Esas personas y esos grupos comparten un pasado, un modo de ser, vivir, sentir, sufrir, pensar y actuar, para subsistir y ser reconocidos como comunidad para la humanidad.


De esta forma el concepto de patrimonio cultural inmaterial, se llega a entender en el marco de una constelación de ideas actuales (libertad cultural, diversidad cultural, choque y dialogo de las civilizaciones y conocimientos indígena u otra comunidad), las cuales se han cristalizado mediante el dialogo universal en torno a los retos que enfrenta la sociedad mundial actual. Es por ello que el patrimonio cultural inmaterial se constituye en el tiempo cultural que avanza siempre; ese devenir es inherente al desarrollo de todos los individuos y pueblos, y se convierte en indispensable para la libertad cultural como condición necesaria en mantener la coherencia cultural de las sociedades, que linealmente se manifiesta desde el sincretismo como una mutación o transformación a manera de emancipación social. Los antropólogos y semiólogos han llegado a la conclusión que los objetos y las prácticas culturales sean físicas o inmateriales, solo adquieren valor al renovar continuamente sus significados, es donde se construyen nuevas formas para generar y comprender el sentido y el significado de los objetos, artefactos, sitios y actos performativos que permanecen a los propios grupos, barrios, etnias y naciones; estos valores deben ser conferidos, mantenidos y renovados por quienes los usan, practican o valoran, incluyendo todo tipo de públicos; son ellos quienes mantiene