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Estudios sociales sobre el cuerpo: prácticas, saberes, discursos en perspectiva


 

RESULTADO DE INVESTIGACIÓN: “VI Jornadas de Sociología de la UNLP” y consta de un prólogo realizado por Adrián Scribano y Lucas Aimar, y once artículos producidos por jóvenes investigadores en relación a los Cuerpos y las Emociones.

 

RESEÑA


La presente reseña introduce y comenta el libro de los compiladores Victoria D`hers y Eduardo Galak “Estudios sociales sobre el cuerpo: prácticas, saberes, discursos en perspectiva”; el cual surge en el marco de las “VI Jornadas de Sociología de la UNLP” y consta de un prólogo realizado por Adrián Scribano y Lucas Aimar, y once artículos producidos por jóvenes investigadores en relación a los Cuerpos y las Emociones. Los autores de este libro proponen recorrer un mapeo y ensayar lecturas sobre las conexiones entre prácticas corporales, afecciones y emociones.


La escritura y el modo de presentación del libro reflejan la textura de la temática y la complejidad del espacio de reflexión. No sólo dispone de trabajos y escritos interesantes y bien formulados; sino de experiencias de investigadores y sus propias interpelaciones que nos recuerdan que la reflexión teórica sobre el cuerpo no puede ser (de ningún modo) “realizada fuera de él”. Ya en el prólogo del libro se marca como distintivo el peso de las reflexiones teóricas de los trabajos incluidos. Las ciencias sociales desde su formación, al menos tomando como punto de referencia el siglo XIX, han otorgado a la temática del cuerpo un lugar central en la elaboración de una visión científica del mundo. Marx, Durkheim, Weber (sólo por nombrar algunos de los clásicos) pero también Bourdieu, Wacquant, Deleuze, Le Breton, Sartre entre otros autores son desarrollados y puestos en discusión aquí. Otro de los rasgos a destacar de la presente compilación es la diversidad de sujetos observados en los trabajos de investigación de carácter empírico. Así, en la lectura podemos encontrar descripto el modo de corporalidad que surge del entrenamiento y la práctica del boxeo; o subjetividades que están marcadas por la desposesión y la imposibilidad material y simbólica, esto es de quienes no tienen techo y se encuentran en situación de calle. Es presentada también la experiencia de personas que viven sobre territorios que fueran basurales; o el sufrimiento del cuerpo propio a partir de la experiencia de enfermedad.


Estas vivencias específicas que se expresan desde los bordes de aquellos cuerpos que están por fuera de lo reconocido como “digno de humanidad” nos permite captar distintas facetas de la estructura conflictual de la sociedad. Pero también y complementariamente se presentan trabajos donde se observan cuerpos jóvenes de clase media-alta en prácticas deportivas (rugby) o las formas de danza como expresión y como práctica; articulando el cuerpo y la posición social que se ocupa y permitiéndonos explotar los finos límites en los que las dinámicas de disciplinamiento/resistencia, lo abyecto y lo repugnante, lo limpio y lo pulcro configuran zonas de inclusión/exclusión, de deseabilidad/indeseabilidad de los cuerpos y sujetos en nuestras sociedades. “Así es posible apuntar la mirada sobre el cuerpo en tanto vehículo de disciplinamiento social, pero a la vez como locus donde es posible reinventar las identidades.” (p.11) Emiliano Gambarotta esboza el modo de corporalidad que se pone en juego en la práctica del boxeo por intermedio de la lectura de Wacquant “Entre las cuerdas”. El sí mismo pugilístico se constituye en su rigidez de dominar los impulsos y las emociones: contenerlas y reprimirlas o encenderlas y avivarlas, presenta así una tensión entre “sí mismo” y “naturaleza conceptos utilizados desde las lentes de Max Horkheimer y Theodor W. Adorno en Dialéctica de la ilustración”.


Gambarotta focalizará sobre el entrenamiento del púgil ya que permite echar luz sobre el modo de corporalidad que allí se pone en juego. Gestión racional del cuerpo y el tiempo, sacrificio y autodominación constituye la conformación de una particular identidad (pugilística). Eduardo Galak presenta “con Bourdieu y contra Bourdieu” un análisis teórico minucioso y necesario del concepto de habitus que nos permita analizar las prácticas del cuerpo más que en un sentido histórico, mediante una arqueología y genealogía política, entendiendo de esta forma que las prácticas no sólo tienen elementos históricos que las reproducen, sino también componentes altamente productivos, políticos y transformadores. En “Políticas del rostro y del cuerpo” María Alejandra Pagotto, observa las formas de la corporalidad monstruosa de las subjetividades desechadas a partir de la herramienta teórica deleuziana de Cuerpo sin Órganos, reflexiona acerca de cómo las políticas capitalistas contemporáneas operan en y a través de los cuerpos. “No tenemos un rostro, sino que somos introducidos en él, y esa máquina juzga binariamente qué pasa y qué no la prueba de normalidad o humanidad” (p. 66) Victoria D’hers toma la idea de repugnancia y lo abyecto para pensar en qué medida la percepción varía, en sentido cultural y de clase, en lo referente a la basura. Reflexiona por esos cuerpos sometidos a la experiencia de vivir en la contaminación y cómo la sociedad opera esa exclusión, esa ab-yección a través de un “acostumbramiento” a vivir en territorios inhabitables. Se concentra en el efecto de la basura en la construcción de las subjetividades de los excluidos de la sociedad. (...) causa repugnancia ver restos donde no deberían estar. Así, la sociedad se afana por apartar los desechos, por no verlos, por desplazarlos a los intersticios, a los espacios no vistos, no valorados. Pero ese otro es necesario para la conformación de lo correcto, de lo limpio.


Los (cuerpos) que viven de la basura, que trabajan con ella, que habitan esos territorios, nos devuelven la imagen de lo que es “opaco”, necesariamente separado de mí para que yo sea yo y que si pasan los límites establecidos incomodan, incluso dan miedo. (p. 85-86) En los trabajos de Georgina Strasser y Marcelo Córdoba se desarrollan los conceptos de cuerpo enfermo y sociedad somática en relación al poder sentir y expresar la enfermedad. Strasser procura introducirnos en las maneras de resistencias que configuran modos de ser–en–el–mundo. La idea que en ocasiones caracteriza a los sectores populares respecto a la incapacidad de expresar y transmitir las sensaciones de malestar al desconocer los vocablos biomédicos obtenidos a partir de una “educación sanitaria” es rechazada. Otros recursos lingüísticos (términos del sentido común, empleo de metáforas, analogías) dan muestra de que no se puede hablar de pobreza de percepción en este sector; además considera también equivocado el razonamiento de que cuanto mayor es el esfuerzo físico exigido, menor es la atención que los individuos prestan a su cuerpo. los individuos perciben que algo está mal cuando no pueden llevar a cabo ciertas tareas de manera natural o espontánea; sin actividades que demanden algo del cuerpo el carácter de resistencia al flujo de vida que presentan los malestares estaría ausente. (...) El cuerpo está mucho más presente en la conciencia cuando se utilizan sus recursos en la vida cotidiana, las actividades físicas vinculadas con el trabajo y el quehacer doméstico resaltan el anclaje corporal de la existencia. (p. 108-109) Agustín Lescano en su trabajo, desarrolla su trabajo haciendo referencia a los diferentes programas y políticas (estatales o privadas) que se piensan para organizar una práctica corporal. Ejerce una crítica a la Educación Física donde supone una lógica administrativa esencialista al preguntarse si hay normas y reglas canónicas en la gestión de las prácticas corporales.


Contrarresta a este tipo de conocimiento el de la Educación Corporal ya que presta especial atención a dar un sentido distintivo de los sujetos en torno a la salud, al uso del cuerpo, al deseo y la satisfacción por las prácticas corporales dando lugar a la diversidad de las prácticas y a la particularidad de los sujetos. Liliana V. Pereyra en su artículo “Tecnologías salvadoras” toma los medios de comunicación masivos (centrales en la producción de subjetividades en la sociedad contemporánea) como un camino fructífero hacia la comprensión de las biotecnologías para alarmar lo contundente que resulta el ánimo entusiasta en relación a las intervenciones tecnológicas sobre los cuerpos, formuladas acríticamente desde un lugar poderoso como lo es el de un medio de comunicación. Sebastián Fuentes reproduce una gramática de la docilización de los cuerpos, esto es, modos de ser “esperables” en jóvenes de clase media alta analizando prácticas deportivas (rugby) realizadas en un Club y una Escuela. Allí es notable como el discurso de la unión/unidad va de la mano con el de la separación y jerarquización. Ana Sabrina Mora focaliza en la danza las reflexiones consideradas históricamente por la antropología del cuerpo haciendo hincapié en las relaciones entre el baile, la nación y la identidad, hasta las vinculaciones entre danza y la construcción de género.


Dado su carácter de producto socio–cultural, los diferentes aspectos de esta actividad frecuentemente son analizados con el objetivo de entender los contextos sociales en que son producidos o, a la inversa, suelen considerarse esos contextos como prismas a través de los cuales ver la danza. Ana Julia Aréchaga toma al concepto de cuerpo como vector para pensar la reproducción de las desigualdades sociales, desde un enfoque más clásico y considerando diferentes sectores de clase desarrolla dimensiones como las nociones que los sujetos tienen de su propio cuerpo; el cuidado de uno mismo (que incluye la alimentación, el proceso salud–enfermedad, las prácticas deportivas, las pre preocupaciones estéticas) y la relación con los otros. Las expectativas que se tienen con respecto al cuerpo son disímiles “mientras unos demandan que ‘resista’ (personas en situación de pobreza); en las clases medias, se le demanda al cuerpo ‘que responda’, o ‘que dure bien’, haciéndose presente un grado de control sobre el propio cuerpo y de exigencia hacia él, que es extensivo al control que pueden establecer sobre sus propias vidas.” (p. 202)


Como consideración general corresponde remarcar que la diversidad de enfoques atraviesa al cuerpo en tanto primer nivel de relación con el mundo, aunque inmediatamente mediatizado por el lenguaje, nunca pierde esa condición primordial, de conexión sensorial primera, y que estructura todas las vivencias de los sujetos. Ya desde el título de la presente reseña podemos reconocer que el libro compilado por Victoria D`hers y Eduardo Galak deja huellas para comprender que el propio cuerpo es discusión del presente y del futuro inmediato. Además pudimos notar que desde una sociología de los cuerpos y las emociones es posible hallar pistas que nos conduzcan a comprender el sentido que los actores dan a sus prácticas; identificar nodos conflictuales que emergen en esas comprensiones cotidianas; y dar cuenta de cómo la sociedad que se hace cuerpo, puede ser rastreada a partir del análisis de determinadas emociones sociales.



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